domingo, 8 de marzo de 2009

Episodio 11: Dexter y Greg

Buenas tardes, querid@s televidentes:
Dexter quiere ser normal. En un mundo en el que cada vez es más difícil utilizar el término "normal" para referirse a lo general, puesto que la tecnología y cambios sociales hacen más patentes nuestras diferencias individuales, Dexter Morgan quiere ejercer tranquilamente su trabajo como forense, pasar desapercibido sin meterse en líos por la vida y disfrutar al lado de su novia y su hermana. Como cualquiera de nosotros, salvo por un pequeño detalle, claro. Dexter es un asesino en serie. La rutina del día pasa por la noche a convertirse en caza y captura del malhechor en busca de otra gota de sangre para su colección. Sin embargo, su confesa incapacidad para sentir algo va poco a poco dejando paso a una naturaleza humana tan "normal" como la de cualquier otra persona. Aún estoy atrapado en la primera temporada de la serie, así que voy descubriendo más despacio que vosotr@s la lucha interna de Dexter entre el tipo de la calle al que le gusta hacer barbacoas y el despiadado carnicero al que lo que le gusta es degollar al cerdo. Pero esa lucha por espantar demonios, por arrinconar a la bestia que anida en las entrañas de cada cuál, la misma lucha que llevamos todos a cuestas, es lo que le hace admirable, lo que consigue atraer al espectador hacia su de momento enfermiza vida, y lo que provoca que, de manera increíble, un asesino nos caiga bien.

En la otra cara de la misma moneda está el doctor Gregory House, Greg para los amigos (ah, no, que no tiene...). House se divierte siendo un ogro con sus empleados (y la sinsangre de su jefa) y machacando, cuando no ignorando, a sus pacientes, mientras, eso sí, se devana los sesos encontrando la forma de salvarles de la enfermedad que intenta acabar con ellos y que, indefectiblemente, no es lupus. House también lucha, pero de una forma invisible. Se lleva a casa sus frustraciones y lo paga con su guitarra o circulando a toda pastilla en su moto, mientras que su día a día es un ruidoso y continuo cabreo con el mundo, y el que se le acerca lo paga con el látigo de su sarcasmo o siendo víctima y en ocasiones cómplice de sus desquiciantes tácticas para salirse con la suya bordeando lo legal, lo moral y lo humanamente soportable. Sólo cuando se ha pasado de la raya mucho más de lo que se le permitiría a cualquier persona, al fin y al cabo es un genio de la medicina y el protagonista de la serie, su armadura muestra algunas grietas de esa "normalidad" entendida de la forma habitual, y que hace que House también nos caiga bien a pesar de ser un... auténtico gilipollas.

Diría que la moraleja de este episodio es que todos somos un poco Dexter y un poco Greg, pero no lo voy a decir, porque ya lo habréis adivinado, así que me despido deseándoos una lucha fructífera contra lo que sea que luchéis y emplazándoos a un nuevo episodio, donde a lo mejor os hablo de la inquietante capacidad de Jessica Fletcher para atraer a la muerte...

It is the key to all the doors,
it is the crashing on the shores,
it lives in your steering wheel,
it hides in the wind and rain,
with voices as cold as steel.
It's calling your name,
it is the smile upon his face
it is the winning of the race,
it lives in the red-alert.
It lives in the power game,
it's easy to take to heart
but harder to tame.
This is the nature of the beast.
Nature of the beast. Spandau ballet.

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