miércoles, 30 de septiembre de 2009

Episodio 44: Trece preguntas sobre una cosa

Hola, campeon@s:
Al comenzar el Eurobasket de Polonia me encontraba yo en mi período de sequía digital, por lo que no pude contaros mis sensaciones sobre el torneo, que ahora, a toro pasado, no vienen a cuento. Con la medalla de oro recién ganada no me parecía muy oportuno hablar sobre la selección, ya que me habría salido algo bastante pelotillero y forofil. Ahora, diez días después, se me ocurre plantear una serie de interrogantes al respecto para que cada uno saque sus propias conclusiones:
  1. ¿Por qué se planteó antes de empezar la idoneidad de Scariolo como seleccionador por ser extranjero, cuando: a) hay muchos seleccionadores extranjeros en todos los deportes; b) Scariolo ha pasado varios años viviendo aquí y su mujer e hijos son españoles; y c) sea como fuere, es un entrenador experimentado que conoce el juego y a muchos de los jugadores?
  2. ¿Por qué, por qué tamaña caraja en la primera fase? ¿Por lo de Vilna? No creo. ¿Exceso de confianza? No me acaba de encajar, tratándose de quien se trata. ¿Errores del entrenador? Vale, pero eso no explica por qué no entraban los tiros libres ni los triples...
  3. Caso de Pau aparte, ¿por qué tantos problemas físicos? Mumbrú, Rudy, Navarro... ¿Demasiados partidos?
  4. ¿Por qué a los británicos hubo un momento que les entraba absolutamente todo y planeó la imagen de Stephon Marbury en Atenas sobre nuestras cabezas?
  5. ¿Por qué no se ha comentado apenas que la canasta de Lorbek que forzó la prórroga contra Eslovenia venía precedida de pasos? ¿Por no buscar excusas? Una infracción no me parece una excusa.
  6. ¿De quién fue la decisión de lanzarse a hacer un mate a falta de diez segundos contra Turquía contra dos maromos de 2,11?, ¿de Llull o de Scariolo? ¿Por qué no un triple?
  7. ¿Por qué tuvo que matizar sus palabras Marc Gasol? ¿Acaso alguien pensaba que quería machacar a su compañero de selección (y de habitación)? ¿Acaso alguien piensa que no tenía razón, estando Rudy, Navarro y Pau en cancha?
  8. ¿Es lógico un cambio tan radical en los partidos decisivos? Apenas tuvieron tiempo de hacer muchos cambios en los entrenamientos o en las tácticas...
  9. ¿Por qué algunos medios (yo leí cosas en El Mundo que no me gustaron nada) estaban empeñados en que el buen rollo de la selección se había acabado y era la llave de la crisis?
  10. ¿Por qué Claver, titular en muchos partidos de preparación por la ausencia de Mumbrú, y que tan bien jugó, desapareció durante el campeonato?
  11. ¿Por qué a algunos les parece tan extraño que los aficionados temiésemos volvernos antes de tiempo, visto lo visto? ¿Desde cuándo fe ciega y deporte tienen alguna relación?
  12. ¿Por qué, una vez superado el partido de Francia, parecía taaaaaaaaaaan claro que España iba a ganar?

Y la última... Si somos los mejores, bueno, ¿y qué?

!Hasta la próxima canasta!

I've taken my bows
And my curtain calls -
You brought me fame and fortuen and everything that goes with it
I thank you all
But it's been no bed of roses
No pleasure cruise -
I consider it a challenge before the whole human race -
And I ain't gonna lose
We are the champions - my friends
And we'll keep on fighting - till the end -
We are the champions -
We are the champions
No time for losers
'Cause we are the champions - of the world
We are the champions. Queen.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Episodio 43: Esclavos de lo nuestro

Hola a todos los autómatas y cyborgs que circulan por aquí:
Se dice que nueve meses después del gran apagón de Nueva York en 1965 hubo un Baby boom, de tanta gente que al quedarse a oscuras no tuvo otra cosa mejor que hacer... Será una leyenda urbana, pero es bastante verosímil.
Recientemente he estado dos semanas, día más, día menos, a pan y agua, es decir, sin internet. O con el racionamiento de una hora diaria que te ponen en la Biblioteca pública y algún dispendio, muy moderado, en los cibers cercanos. Lo justo para mirar el correo, twittear algo y echar un vistazo a las noticias del mundo mundial. Y me he aburrido. Como una ostra, oiga. Eso dice muy poco a mi favor, por el tema de la creatividad y demás, pero las alternativas que tengo actualmenet a la red son más bien escasas. Ya que no puedo organizar mi propio Baby boom y la tele es más bien regularcilla (¡qué elegancia la mía!), queda leer, sana costumbre, y poco más, porque tampoco se puede tirar uno todo el día en la calle, que la gente tiene que trabajar y además empieza a hacer fresco. Lo de leer está bien para un rato, porque lo cierto es que uno nunca ha sido un devorador de libros. Prefiero las dosis pequeñas, relatos, tebeos, prensa, revistas y demás, que los libros largos, esos que la gente dice no poder dejar hasta que se acaba. Con deciros que ni siquiera me he leído El código Da Vinci ni La sombra del viento... Sí, soy yo, no se lo digáis a nadie.
Una de las cosas que me da por hacer cuando me aburro, cosa a la que por otra parte tengo cierta tendencia, es pensar. Y aunque en mi caso suele ser bastante contraproducente, porque atrae a los fantasmas, a veces produzco algún pensamiento claro. Obvio, pero claro. Y en este caso, la bombilla que el mono de ADSL me ha encendido ha sido lo fácilmente que nos acostumbramos los seres humanos a las cosas buenas que creamos, que son bastantes, aunque menos de las que nos creemos. En cuanto inventamos algo útil, pasamos automáticamente a depender de ello. Tan pronto como le dimos un uso práctico a la electricidad, ésta pasó a dominarnos de tal forma que lo único que se nos ocurrió ante su falta fue liarnos a f... procrear. Si el apagón llega a durar más tiempo, a los neoyorquinos no les habría quedado más remedio que dejar la actividad física, aunque sólo fuese por puro agotamiento, y comenzar a hablar entre ellos, con Dios sabe qué consecuencias. Tal vez incluso cambios sociales, volver a comunicarnos los unos con los otros como antes de que existiesen la televisión y las megalópolis... Da escalofríos sólo pensarlo.
Ahora me resulta raro pensar en cuando no tenía acceso a internet, hace apenas diez años. ¿Qué haría? ¿Es cierto que era capaz de echarme en mi cama a escuchar música sin hacer nada más al mismo tiempo? Y yendo un poco más allá: ¿qué haría la gente todo el día antes de existir la tele? ¿Y la radio? ¿Y el alumbrado? ¿De qué serían esclavos los habitantes de este planeta hace poco más de un siglo? A lo mejor, además de beber, fumar y, como no, leer, se dedicaban a lo mismo que los neoyorquinos antes de que la luz volviese... Eh, un momento, ¿y antes de la invención de la imprenta, cuando no podían (o no sabían) leer? Inquietante. Se dedicarían a pelearse entre ellos, seguramente. O a pintar monas. O a pensar, como yo cuando me aburro. Incluso puede que alguno se dedicase a hacer prosperar a la Humanidad.
En fin, afortunadamente, la luz en Nueva York volvió, igual que ha vuelto mi adorada red, que me permite aislarme en mi habitación y poder hablar con los demás a través de una pantalla en lugar de mirándoles directamente a la cara... No sé, creo que me voy a ir un rato a la calle, a dar una vuelta. Haced vosotr@s lo mismo, veréis qué divertido. A lo mejor os encontráis a alguien con quien charlar. Ah, y quien encuentre los diez sarcasmos, se lleva un router de premio.

Credit cards in place of distress
Go live your life on the Internet
That's what this is
Conspiracies and mysteries
Science-fiction make-believe
My kind's misery.
Standfast. Car crashes.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Episodio 42: El sol del norte

Hola, compañer@s:
He estado un par de semanas pensando desde qué prisma contar mi viaje veraniego por tierras cántabras, y creo que por fin he encontrado el aspecto más destacado. Siendo bastante experto, por ineficiencia social y otras coyunturas, en el proceloso arte de viajar solito, esta vez he tenido la fortuna de tener casi todo el rato una mano amiga que, además de llevarme a aquellos lugares a los que no habría podido llegar a pata, me ha ayudado a profundizar en lo que significa viajar: no solamente ver, fotografiar y degustar, sino también conocer las historias subyacentes y los entresijos de los lugares que se visitan.

La soledad, buscada o no, se convierte en una costumbre, como tantas otras cosas, y cuando se interrumpe por otras presencias, no es siempre fácil adaptarse. La compañía es agradable, pero la falta de hábito la puede convertir en fatigosa si acompañado y acompañante no saben manejarse. Afortunadamente, en este caso, eso no sucedió, y la estancia se hizo corta, que supongo que es lo mejor que se puede decir de cualquier viaje.

Pero vamos al tema: Cantabria es verde, y sus paisajes bellísimos, no descubro nada nuevo, y también es un lugar que destila tranquilidad. No es bullicioso, ni ruidoso ni está perpetuamente iluminado por los neones. Ni siquera, doy fe, la lluvia es perpetua. Durante mis días allí disfruté de un sol que me impidió participar del velo melancólico y brumoso que, dicen, tienen los lugares cercanos a la costa cuando llueve. El sol me dio la bienvenida y la lluvia únicamente me despidió de camino al aeropuerto de regreso a casa.

Lo que sí parece constante es la brisa. Supongo que en el interior, más lejos del Cantábrico, el ambiente será distinto, pero en el litoral, la brisa le da un carácter especial al sol. El sol del norte es como las buenas compañías: alumbra, pero no asfixia; calienta, pero no achicharra; no molesta al caminar, sino que incita a seguir. Y ese es un aliciente con el que uno no siempre cuenta al iniciar el camino hacia un lugar no conocido, y que, por esa misma razón, se agradece.

Y, tal y como os prometí antes de irme, os dejo aquí una foto que resume un poco la odisea por el infinito cántabro: el sol, la brisa, la soledad, la compañía, y el mar.