viernes, 28 de agosto de 2009

Episodio 41: Peor se pasa en la mina

Hola a quien corresponda:
No sé si he mencionado alguna vez a lo largo de esta serie que cada vez que tomo una decisión, la cago. Pues después de la última, que podría ser una oportunidad de cambiar mi vida y blablablabla, ya me estoy arrepintiendo. Soy una especie de rainman, llevo fatal los cambios bruscos. El lunes se cena tortitas y el caramelo tiene que estar encima de la mesa. Ahora estoy angustiado de nuevo porque todo el mundo me pregunta qué voy a hacer y yo no sé que contestarles para no quedar como un idiota. Me gustaría ser uno de esos adolescentes descerebrados que le gritan a todo el mundo que les dejen en paz y se encierran en su habitación a escuchar a Nirvana a toda castaña. Pero no me gusta Nirvana. En la televisión no dejan de decir lo mal que está todo y lo jodidos que estamos. Un momento cojonudo para pretender cambiar de vida. Y en el fondo, lo que más me disgusta es sentirme (una vez más) como una drama queen que se queja sin motivo, un idiota débil y llorica. Me siento como si hubiera hecho algo malo, como si me hubieran pillao con droga. Y francamente, no me apetece que nadie me sermonee diciéndome otra vez lo afortunado que soy por tal y por cual y lo mal que lo pasa la gente en el mundo. Eso ya lo sé. Y creedme, los problemas de los demás no solucionan los míos, ni me levantan el ánimo lo más mínimo. Me estoy repitiendo. Mejor será que lo deje por hoy. Perdón por el párrafo. No sabía por dónde cortar, ni me apetecía pensarlo.

Soy minero, y templé mi corazón con pico y barrena
soy minero, y con caña, vino y ron me quito las penas
soy barrenero porque a mi nada me espanta
y solo quiero el sonido de una taranta...
Soy minero. Antonio Molina.

viernes, 21 de agosto de 2009

Episodio 40: ¡Qué calor!

Felices y calurosas tardes:
¿Hace calor, eh? La mayoría de las provincias españolas están atravesando una de esas bonitas olas de calor que nos visitan casi todos los años por estas fechas, y cada quién se refugia o se refresca como puede. Y es que estamos en agosto, amig@s, y sudar es lo que toca. Asándose vuelta y vuelta en las playitas, bailoteando por las noches en la disco de turno, soportando el traje y la corbata a deshoras, o como a cada uno se le ocurra hacerlo. El caso es que muy pocos se libran.

Parece que fue ayer cuando aún nos quejábamos de que hacía frío para la época del año en que estábamos, que si el invierno estaba siendo muy duro (¿os acordáis de las nevadas de Madrid?), que si parecía que la primavera no iba a llegar, que si ya estábamos en junio y aún no hacía calorcito. Y a finales de dicho mes, ya había gente que estaba deseando que se liase a llover y no hiciese tanto calor... Comenzaba a rumorearse que el verano iba a ser igual que el invierno, "durillo", y que nos íbamos a secar al sol como las pasas.

Y es que no estamos contentos con nada, queridos conciudadan@s. Queremos frío en julio y calor en febrero. Vacaciones en noviembre y volver de una vez al curro a finales de agosto, que menudo aburrimiento ya. Lo queremos todo y lo queremos ya. Y sin embargo, siempre, o casi siempre, para ser justos, nos acabamos aguantando con lo que tenemos. Nos tememos la que se nos viene encima, pero vamos andando despacito hacia el chaparrón como corderos hacia el matadero. Parece que el ser humano, con el tiempo, va perdiendo la capacidad de encontrar soluciones a los pequeños dolores de cabeza de cada día, acostumbrándose a ellos en lugar de hacer algo inesperado o insospechado. Preferimos muerte a susto, y nos quejamos, pero al final nos toca aguantarnos. Y lo hacemos, como dije antes, prácticamente todos y prácticamente siempre, lo que debe ser señal de cierta pachorra inherente a nuestra naturaleza.

Yo soy el primero que tiende a acomodarse a aquellas cosas que, con un cierto esfuerzo, serían susceptibles de, por lo menos, cierta modificación, pero me da rabia ser así, y al menos aquí tengo espacio para decirlo. También es cierto que uno de los principales motivos para aguantar carros y carretas es que, hasta en nuestras costumbres más rutinarias y cotidianas, solemos arrastrar a alguien, y liarse la manta a la cabeza suele conllevar que, o bien la manta no es tuya, o bien sientes la necesidad de compartirla con alguien que se quedará sin ella si te la llevas o la conviertes en un felpudo. Pero aún así, pienso que (atención a la frase, porque es mía totalmente, no la he copiado para nada) un pequeño paso para un hombre puede ser un gran paso para la humanidad. Ahí queda eso.

Por eso, amigos, sí hace calor, hagamos algo al respecto. ¿Qué tal montarnos un pisito dentro de la nevera? ¿Venderán toldos para sujetarse en la cabeza? ¿Y si nos rellenamos la faja de bolsas de hielo? O también podemos irnos a pasar unos días donde haga más fresquito, solución menos imaginativa pero casi igual de efectiva. Y que además, me da pie para emplazaros al próximo episodio de este noticiario. Qué casualidad, ¿no?
¡Tened cuidado con la deshidratación!

Whether the weather be cold
Or whether the weather be hot
We'll weather the weather
Whatever the weather
Whether we like it or not.
Rima tradicional inglesa.

martes, 11 de agosto de 2009

Episodio 39: La muerte de vacaciones

Hola, simples mortales:
Llevamos un verano más que aciago en cuanto a fallecimientos de personas ilustres. Dicen que no hay dos sin tres, pero esto está comenzando a resultar absurdo. Cuando murieron Michael Jackson y Farrah Fawcett no nos imaginábamos que la lista iba a continuar con tantas personas más o menos conocidas por el público, desde Julián Lago a John Hughes pasando por Willy Deville y Dani Jarque. Hoy mismo ha muerto el empresario televisivo Valerio Lazarov. Parece que la Muerte, ramera de rostro enjuto, no nos va a dejar disfrutar de las vacaciones.

Sé perfectamente que cada día mueren en el mundo muchas, demasiadas personas, en sus casas, en los hospitales, en puestos de combate o tiradas en la calle, pero es esta una consciencia sorda, que uno tiende a arrinconar en la última curva de su cerebro. Sin embargo, el hecho de que la muerte visite a personas famosas, y muchas veces de manera prematura, nos coloca, al menos a mí, en una posición mucho más frontal con ese futuro que a todos nos espera y que todos sabemos pero que, una vez más, tendemos a arrinconar prudentemente durante nuestra vida. Puro instinto de supervivencia.

El ser humano parece haberse acostumbrado a vivir rodeado de destrucción, miseria y muerte como una parte más del espectáculo que la naturaleza nos ofrece, costumbre propiciada por esa gran cualidad y al mismo tiempo tragedia inherente a nuestro carácter humano: la adaptación a todo aquello que nos toca pasar. De esa adaptación merecerá la pena hablar en otro momento, porque, a día de hoy, la verdad es que el protagonismo en las noticias lo ocupa día sí, día también, la Muerte (sí, ramera de rostro enjuto...). Por si fueran pocas las defunciones "célebres", tenemos que sumar las ya también usuales noticias de aquellos que salieron a la carretera y no volvieron; las víctimas de la violencia de género, que se han convertido en parte del paisaje funesto de nuestra sociedad; el acecho de la gripe A, que al principio tenía aspecto gallináceo y ahora lo tiene de buitre carroñero; y, como guinda, unos gilipollas encapuchados que se creen salvadores del pueblo oprimido (sic) y se dedican a cometer asesinatos en serie a la altura de cualquier psicópata de mierda de película barata.

Me voy. Me piro. Me largo de vacaciones unos días bien lejos de las noticias, de la televisión, e incluso de internet, aunque seguro que acabo picoteando. Tal vez la Muerte, ramera de rostro enjuto, no me siga. Por eso no os diré mi destino. Os lo contaré cuando vuelva, y os traeré una foto con el mar de fondo, mar al que pienso tirar esta peste a muerte que se me ha pegado a la piel.

Hasta entonces, seguid viv@s.
Always look on the bright side of life.
For life is quite absurd
And death's the final word
You must always face the curtain with a bow.
Forget about your sin
Give the audience a grin
Enjoy it, it's your last chance anyhow.
Always look on the bright side of death.
Just before you draw your terminal breath.
Always look on the bright side of life. Monty Python (BSO La vida de Brian).

jueves, 6 de agosto de 2009

Episodio 38: Amarillo por fuera y negro por dentro, ¿qué es?

¡Qué pasa, pringa@s!
Los Simpson. Estaba fácil, ¿no? Hoy en el diario El mundo aparecía la noticia: Antena 3 reemite la serie desde el primer episodio por vigesimotercera vez. Igual es una errata y es decimotercera, pero no está nada mal, de todas formas. Es un buen pretexto para dedicar un episodio a la familia de Springfield, estado de... Estados Unidos.

¿Qué tiene la serie que, a pesar de las insistentes repeticiones, sigue figurando día tras día entre los programas más vistos del día anterior? ¿Que es la mejor serie de media hora de la historia de la televisión, tal vez? Sí, es una opinión un pelín sesgada, pero es la única que tengo. Que, gracias al maravillosamente inapropiado horario en que se emite, los niños la adoren también debe de influir, digo yo. Porque si algo es Los Simpson, gusten o no, es una serie para adultos. Para adultos que conservan a su niño interior, desde luego, o para adultos idiotas, si queréis, pero adultos al fin y al cabo. A los niños les hace gracia la transgresión de Bart, que siempre se salga con la suya y que los adultos, en especial su padre, queden generalmente como tonticos. Pero dudo que capten la sutil ironía con la que despedaza la sociedad norteamericana en particular y la occidental en general. Claro, que muchos políticos, yanquis y no yanquis, tampoco. El carácter de los personajes y sus peripecias por países como Brasil o Japón, donde no dejaron títere con cabeza, han provocado alguna que otra polémica sin importancia... (cof, cof).

La serie, como otras muchas cosas buenas de este mundo, nació casi por casualidad. Necesitaban unos sketches animados para el Show de Tracy Ullman, allá en los lejanos 80, y Matt Groening, creador de la tira Life in Hell (vida en el infierno, al tipo ya le iba la marcha en aquella época) se apresuró a dibujar unos monigotes en un papel de color amarillo a los que dio el nombre de los miembros de su familia. Y de ahí a una serie propia de 21 temporadas y contando, una peli , titulares de todos los colores y nosecuántos premios ganados. Ah, y unos cuantos dolarillos sin importancia por las ventas de todo tipo de productos que los fans se apresuran a adquirir. Yo sólo tengo los dvd's, que quede claro. Bueno, y un poster gigante. Y un par de muñequitos del Kinder Sorpresa. Y unos imanes para la nevera. Y tengo que dejar de ser tan sincero en el blog, tengo que dejar de ser tan sincero en el blog, tengo que dejar de ser tan sincero en el blog, tengo que dejar de ser tan sincero en el blog...

Está claro que, tantos años después, ya no es la misma serie. Se ha amoldado a unas maneras ya conocidas por la audiencia, e incluso los dibujos se han estilizado y son más "guapos". En las últimas temporadas hay algún capítulo con cierto tufillo a relleno, pero los fans siempre esperamos con entusiasmo el capítulo de Halloween y el imperdonable capítulo de parodia de alguna serie o película famosa, ya tradicionales desde que comenzamos a ver las primeras temporadas en La 2 y en horario de noche. Ha pasado mucho tiempo desde que Bart fuese el protagonista de esos primeros capítulos, y ahora es Homer el que lleva el peso, y no es un chiste, de la mayoría de los capítulos. Y se ha convertido en mi ídolo, y en el de mucha gente. ¿Cómo alguien capaz de hacer la mayor cantidad de borriquerías por minuto aún no ha muerto o ha sido sentenciado a cadena perpetua? En primer lugar, porque es un dibujo animado, hombre, por favor... Pero sobre todo, porque en el fondo, en Los Simpson reinan los buenos sentimientos, y el amor que Marge y sus hijos le profesan y se profesan entre sí, mal que les pese, siempre les acaba salvando el pellejo. Puede parecer una postura conservadora, pero no olvidemos que hablamos de una comedia, y dudo mucho que hubiese llegado tan lejos sin esa cierta dosis de azúcar en la limonada.
Como dice Nelson: ¡Hasta que nos olamos!