jueves, 16 de junio de 2011

Episodio 96: Diez cosas que sabemos gracias a la publicidad

Hola, vendedores:
Hace tiempo que no doy un repaso a uno de mis programas favoritos de la tele: los anuncios. Parece que las estrategias para vendernos la moto no han cambiado mucho últimamente, pero ya sabéis que a mí me gusta sacarle punta a casi todo, y a algunas cosas resulta bastante fácil sacarles punta. Here we go:
  1. "Hace falta tiempo para derretir un corazón", dice un anuncio de helados. Cierto. En cambio, para congerlarlo y dejarlo duro como una piedra sólo hace falta un (mal) momentito. Paradojas de la vida...
  2. "Mi gemela y yo solemos llevar la misma ropa...". Pues ya tenéis una edad, eh... Me sorprende la capacidad que tienen algunos creativos para provocar la suspensión de credulidad en sus clientes, especialmente cuando hay un detergente de por medio.
  3. Me autoplagio de Twitter: si el checo viene de Checoslovaquia y el chaleco, de Chalecoslovaquia, entonces, ¿los Cheetos?, ¿y los ch...? Bueno, da igual, que me lío...
  4. Resulta francamente tranquilizador comprobar como a un genio de la alta cocina, referente mundial en la materia, elegido mejor chef del mundo y etc., lo que le gusta en realidad es una birra fresquita y un par de huevos fritos. Al mundo aún le queda un resquicio de normalidad.
  5. Resulta que existe algo llamado "melena mediterránea". Y no es una enfermedad, es pelo. Paz Vega, sevillana de pies a cabeza, la tiene. Según eso, yo tendría un pelito mesetario, o algo parecido. Aunque de aquí a unos años tendré un melón de Villaconejos...
  6. ¡Atención! A Uma Thurman le apetece más beberse una tónica que el sexo. Se nota que la carrera de una estrella de Hollywood está en pleno ascenso hacia la cima porque puede elegir proyectos sin hacer nada que resulte... ridículo...
  7. El maravilloso mundo de los seguros: unos te ofrecen unas condiciones supermegachachis "sin pedir nada a cambio". Lo que en mi pueblo se llama dar duros a cuatro pesetas, vaya. Otros, en cambio, tiran de baratismo y ofrecen seguros a un euro. Eso sí, contratan a Batman para el anuncio. Cualquiera les echa luego en cara que no saben distinguir el techo de un coche del capó.
  8. "Siéntete orgulloso de tu nombre, porque es tu herencia". Sinforoso Navalpijo y Eufrasia Macarrón no están de acuerdo. Pero al menos ya han perdonado a sus padres.
  9. Las compañías apelan al buen rollito y a los sentimientos para llamar la atención del consumidor, eso ya lo sabíamos. Pero la posmodernidad y el cabreo general le han añadido elementos interesantes al proceso. El "parado de Mahou" fue víctima hace unos días de un ataque de coñas marineras en Twitter que le convirtieron en TT. Igual va a ser que no todo cuela. Afortunadamente, la marca no necesita demasiada publicidad para seguir triunfando...
  10. "Ahora tu cola puede ser más grande". No es un mensaje de mi bandeja de spam, aunque podría serlo. Es el último eslogan de Pepsi, para aludir a que ahora la lata tiene más capacidad. Eso sí, en la foto sale un chaval negro, en plan novedad, porque todos sabemos que a los publicistas no les gusta tirar de tópicos.
  11. Como me gusta dar propinas, añadiré una cosa que no sabemos: ¿el anuncio de la colonia Gucci con Chris Evans promociona más a Gucci o a Chris Evans? Porque yo tuve que investigar para saber qué anunciaba el spot en cuestión...
Bueno, ahora voy a cambiar de canal, que a los programadores se les ha vuelto a ocurrir poner una película entre los intermedios. Malditos... Eh, ¿os habéis fijado que no he mencionado cierta publicidad superjoven  que habla de pasarlo teta y del policía interior? Si es que en el fondo soy más majo... Bueno, os dejo con un anuncio con el que no podría meterme aunque lo intentase. Y eso que es de un banco...


lunes, 6 de junio de 2011

Episodio 95: Tu palabra favorita

Hola, hablantes de toda índole:

Desde hace ya unas semanas se puede votar en la página www.eldiae.es por nuestra palabra favorita de la lengua castellana a partir de las elegidas por una serie de hispanohablantes célebres, en una iniciativa del Instituto Cervantes que se lleva realizando varios años como parte de la celebración del Día del Español, el 18 de junio.

Creo que podría decir sin temor a equivocarme que a la hora de elegir una única palabra favorita, se pueden seguir dos corrientes: una, probablemente la mayoritaria, es escoger la palabra por su significado, que traiga a la mente cosas buenas, de valores imperecederos, de tiempos y lugares añorados, de sentimientos perdidos o no, de ansias y anhelos para uno mismo y para la humanidad. Así, de momento las primeras en la clasificación son "sueño" (Luis Rojas Marcos), "Querétaro" (Gael García Bernal) y "libertad" (Mario Vargas Llosa). Todos tenemos alguna palabra pegada en el corazón o en la cabeza que pronunciamos casi sin sentir, que casi ni oímos, porque leerla o escucharla no lleva inevitablemente a una imagen, a una sensación que va mucho más allá del lenguaje.

Pero el lenguaje, al fin y al cabo, es un invento humano como tantos otros, aunque para muchos sea un regalo de los dioses sacros o paganos, y con él se puede jugar, se puede crear, se puede inventar, se puede reír... y por eso también hay palabras que nos gustan sólo por cómo suenan, porque son divertidas, graciosas, musicales, porque la sola composición de sus letras es un poema en sí mismo, un trabalenguas, una explosión de sonido o una armonía pictórica de líneas rectas y curvas. "Meliflua", elegida por Shakira, "murciélago", por Boris Izaguirre, o "alborada", por Mª Dolores Pradera,  parecen de este segundo grupo, al margen de que puedan tener un trasfondo personal.

Aunque, como para casi todo, en la lista, formada por 35 palabras, podríamos hallar un tercer grupo. Un microgrupo de palabras tan contundentes y simples que son susceptibles de encerrar toda una historia en sí mismas. "Sí", escogida por Ángel Corella, o "tú", la favorita de Antonio Gamoneda, pertenecen al primer grupo si se entienden como un alarde de apertura, de generosidad, de darse al otro, de pensar en los demás antes que en uno mismo, de corresponder. Y también se pueden entender de manera mucho más, digamos, literaria: su brevedad y concisión hacen que no necesitemos mucho más que esas palabras para comprender. Tampoco faltan los prosaicos, como Don Vicente del Bosque o Alicia Alonso, que han escogido "fútbol" y "bailamos". El lenguaje, como las tarjetas de crédito, es personal e intransferible...

Completan la lista muchas palabras que ya han estado entre las preferidas de los hispanohablantes otras veces: "madre", "gracias", "amor"... Yo, particularmente, y adheriéndome al primer grupo, me quedaría con "tetas", que, por cierto, no está, de manera injusta e incomprensible... ¿y vosotros?
P.D.: si pensáis que yo soy frívolo al acabar así, pensad que Emilio Botín ha elegido "Santander"...lalala...

What's in a word, more than you imagine
What's in a word, more than I can say
Once in a while you can hear such sweet sounds
Chimes of freedom in your head
The Christians. What's in a word.

jueves, 2 de junio de 2011

Episodio 94: Conceptismo y culteranismo

Hola, poetas y rapsodas:
Cuando estaba en el insti, la asignatura de Literatura tenía siempre un extenso apartado dedicado al Siglo de Oro, y dentro de él se estudiaban infinidad de autores, estilos y obras. Uno de los capítulos hacía referencia a dos aspectos contrapuestos: conceptismo y culteranismo. Ambas pretendían renovar el lenguaje de la poesía clásica, pero de formas muy distintas: mientras el conceptismo se centraba en, sí, exacto, los conceptos, escogiendo con cuidado las palabras que se usaban para decir algo muy concreto que el lector debía discurrir, el culteranismo se basaba más en la forma, creando textos barrocos y abigarrados cuyo significado último era muchas veces imposible de adivinar sin un estudio muy detenido de la obra y su autor. Aclaro que escribo de memoria, así que lo mismo meto la pata en algo.

Como todas las tendencias vuelven tarde o temprano, últimamente estamos atravesando una etapa televisiva político-económico-social muy, pero que muy, culteranista. Las ideas se repiten una y otra vez sin que nadie parezca encontrar un atisbo de novedad, por lo que a periodistas y tertulianos se les ha ocurrido abrigarlos con todo tipo de gritos, insultos, chorradas, demagogia barata, desprecio por el prójimo y jaleo de las ocurrencias de los coleguis.

Tras originarse el fenómeno en shows del estilo del Sálvame de turno o en las refriegas radiofónicas entre forofos del Madrid y del Barça, los supuestos debates o espacios de análisis se han apuntado al bombardeo. Rendidos al sesgo, están cuidadosamente estudiados para gustar a su público, bien amparándose en que en este país hay libertad de expresión y cada uno puede soltar las barbaridades que le parezca, o bien simplemente, porque yo lo valgo.

En su "1984", Orwell hablaba de la neolengua, un lenguaje que se puede usar sin que pasen por el cerebro las palabras pronunciadas. Así, estamos en progreso de normalizar ideas y teorías como la de que "el terremoto de Lorca tiene un lado positivo: que se reactivará la construcción". Aunque "1984" es pura ficción, claro está. Y además, paradójicamente, su propósito era condenar los regímenes totalitarios que algunos de los intelectuales culteranistas de hoy en día acarician suavemente...

Por otra parte, sí, naturalmente, hay que hablar de algo, o sea, que conceptos, haberlos haylos. Pero no son lo importante. Se reducen a pasarse mutuamente patatas calientes de corrupción, de quién empezó a hacer las cosas mal, de quién engaña al pueblo, que, por supuesto, es tontico, y de los maravillosos argumentos acostumbrados: "¡tú mientes, yo no, yo soy bueno, tú malo, yo tengo razón, tú no, yo soy grande, tú pequeña y no puedes hacer nada para cambiar eso!". Un momento... .esto último es de Matilda, ¿no? En fin. Repetir hasta la náusea, confundir al espectador, decir medias verdades, desautorizar al otro, herir... No deja de parecerme indigno escudarse en la indignidad ajena para justificar la propia indignidad, pero quién soy yo para opinar. Y conste que la redundancia de uso de la palabra "indignidad" es un recurso estilístico, no es que no se me ocurra un sinónimo.

Como dijo ese gran filósofo de nuestra época, Forrest Gump, no tengo nada más que decir sobre esto. Salvo una cosa: es evidente que culteranistas, por decirlo de manera simpática, nos sobran. Ahora se buscan conceptistas. Gente que renueve las ideas y, sobre todo, cuide las formas. No olvidemos que, por muy buenas que sean las ideas (y entre tanto barullo alguna idea hay, tampoco nos engañemos), si se pierden las formas, se pierde el fondo.

Los partidarios del movimiento 15-M pueden haber iniciado una revolución al menos en lo que se refiere al lenguaje, por cuanto han fracasado en su primer intento de transformar la sociedad. Con una participación del 49% en unas elecciones, no hay quien transforme nada. Ahora sólo cabe esperar que los cimientos que se han puesto evolucionen y que a los profesionales de la (in)comunicación se les pegue algo. Aunque igual cobran demasiado, y, como todos sabemos, el dinero es impermeable...

Ah, pues tenía algo más que decir. Según mi libro de Literatura de B.U.P., el ejemplo más representativo del culteranismo era Góngora, y el de conceptismo, Quevedo. Así pues, se buscan Quevedos. ¿Voluntarios/as?
Sometimes I sit here
hearing voices in my head.
I try to understand,
to make some sense.
Phil Collins. Love police.