sábado, 21 de febrero de 2009

Episodio IV: Una nueva esperanza

Buenas noches, mis pequeñ@s padawans:
No me he podido resistir. Al llegar el cuarto episodio de este particular culebrón-noticiario tenía que hacer referencia a la mítica saga de las galaxias. No soy un fanático de la criatura de Lucas, pero me gusta lo suficiente como para hacer la coñita.

Supongo que soy tan mitómano como el que más y el que menos, aunque nunca he llegado a extremos como pintarme la cara, disfrazarme o dormir a la puerta de un estadio para conseguir entradas. La mitomanía es una manera de vivir como cualquier otra, y no me parece más extraña como la de los que se levantan a las cinco de la mañana para irse a pescar o se patean el rastro para conseguir nuevos ejemplares para su colección de loquesea. En la vida no todo es trabajar, comer y dormir (de sexo ni hablamos), y en este mundo hay tantas cosas a las que dedicar el tiempo que uno acaba eligiendo y centrándose en algo especial, algo que, por lo que sea, nos llega más al corazón. La mitomanía sería el escalón siguiente a la mera afición, y el hecho de que el "algo" referido no sea algo sino "alguien", no es más que un matiz. Los ídolos o héroes no son más que una parte de nuestro reverso luminoso, una persona a quien nos gustaría parecernos, o por lo menos estar en su círculo. ¿Quién no se ha puesto nervioso secretamente pensando qué haría o diría si pudiera estrecharle la mano a Fulanito o Menganita? Yo lo tengo muy claro: tragar medio litro de saliva, balbucear algo ininteligible (más de lo habitual) e intentar no hacer alguna tontería.

Los mitos son sanos, recomendables, incluso, porque, igual que todos necesitamos creer en algo/alguien, todos necesitamos reflejarnos en algo/alguien. Llenarse el cuerpo de tatuajes con extraños símbolos, rebuscar en la basura de un famoso o intentar matar al presidente Reagan ya se encuentran en otra categoría muy distinta, insana y peligrosa. Así que, trekkies del mundo, ya sabéis: no permitáis que os llamen locos.

Y ahora viene la despedida previsible...
¡Que la fuerza os acompañe!

Dear Chasey Lain
I wrote to explain
I'm your biggest fan
I just wanted to ask
Could I eat your ass?
Write back as soon as you can.

The ballad of Chasey Lain. The bloodhound gang.

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