miércoles, 17 de junio de 2009

Episodio 29: Dinerito rico

Valga la redundancia. Buenas noches, estimados miembr@s del club de millonari@s.
Si hay una persona en la Historia que merece arder en la hoguera, es el inventor del dinero, estoy totalmente convencido de ello. No es que con el trueque como único método de comercio no existiesen problemas en el mundo, pero el dinero, ese símbolo de poder, de riqueza, de importancia, nos ha convertido en sus esclavos como ningún otro objeto en el mundo (y de esos otros objetos hablaré otro día).

¿Qué es el dinero? Un trozo de metal, un trozo de papel, podríamos decir de forma banal, como podríamos decir que una bandera no es más que un trozo de tela o que el fútbol son veintidos tíos en calzoncillos dándole patadas a un balón. Ojalá las cosas fueran así de simples. Por obra y gracia de la era industrial-tecnológica y de la codicia humana, el dinero se ha convertido en el dueño y señor del universo sin siquiera tener conciencia de ello. Y lo peor es que nos afecta a todos, a los que no tienen porque no tienen y a los que tienen porque tienen. O porque no tienen bastante, porque el dinero es una adicción como cualquier otra.

Después de soltar este chorro de perogrulladas para quedarme a gusto, os comentaré que la ocurrencia de hablar del dinero viene, aparte de su íntima relación con nuestra vieja amiga la crisis, por el interesantísimo debate que ha originado el fichaje de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid por 93 milloncejos de leuros. ¿Es lícito pagar tantos millones, tantos que podrían solucionar la crisis de la mayoría de afectados en nuestro país de un plumazo, por un jugador? ¿Es lícito hacerlo especulando que tal jugador va a generar aún más dinero del invertido? ¿Es lícito que alguien tenga tanto dinero, joder?

No. Moralmente hablando, quicir. Pero en pleno siglo XXI, la moral se ha relativizado tanto que vale todo. Tampoco era lícito que al gran Jim Carrey le pagasen veinte millones de dólares por Mentiroso compulsivo (o por cualquiera de sus otras películas, vamos), y ya veis. Ni tampoco que el propio Cristiano celebre su fichaje yéndose con Paris Hilton a gastarse una cantidad dolorosa de pasta en bebidas. Y ya veis. El negocio es el negocio, por encima de todo. Ser muchimillonario ayuda a encumbrar a los ídolos, porque les hace aún más inaccesibles. Y de nada va a servir que los no aficionados al fútbol se tiren de los pelos, ni que un cura del Barça proteste por el despilfarro madridista cuando no se quejó por los despilfarros culés. Ni siquiera sirve de mucho que haya gente que prefiera vivir al margen del dinero y elija una vida tranquila alejada de todo aquello que suene a gasto innecesario, porque desgraciadamente son pocos y porque desgraciadamente los buenos ejemplos son los que menos se siguen.

Pero, como decía, nadie escapa al influjo del dinero. A mí personalmente, no me importaría sacar mis ahorros del banco en billetes pequeños y bañarme en ellos obscenamente. Porque sí, amig@s, he de confesar que a mí también me gusta el dinero. Me gusta como símbolo de comodidad e independencia, aunque sea consciente de que la comodidad y la independencia se basan en cómo se lo monte uno, tenga o no tenga dinero. De hecho, reflexionando hace poco sobre la vieja (e innecesaria) dicotomía entre dinero y amor, me descubrí eligiendo al primero, cosa que hace X años jamás se me habría pasado por la cabeza. Una conclusión un tanto perturbadora y que dice muy poco en mi favor, lo sé. Pero ya veis. Yo de mayor quiero ser rico básicamente para poder hacer lo que me dé la gana, pero por favor, si eso sucede (que va a ser que no) y empiezo a comportarme como los ricos de la tele, que alguien me pegue un tiro.

La sintonía de despedida del episodio de hoy también es obvia, pero no quiero dejaros en paz sin hacer una última reflexión: como aficionado a la última página del diario El País, en la que un protagonista almuerza con su entrevistador, me he fijado en que, cuanto más interesante es el entrevistado (para mí, of course), más barato es el menú.

Money makes the world go around
The world go around
The world go around
Money makes the world go around
It makes the world go 'round.

A mark, a yen, a buck, or a pound
A buck or a pound
A buck or a pound
Is all that makes the world go around,
That clinking clanking sound
Can make the world go 'round.
Money. BSO Cabaret.

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