viernes, 5 de junio de 2009

Episodio 28: Crisis? What crisis?

Buenas noches, pobres sufridores:
Ya, ya lo sé, he sido un niño malo. Dos semanas sin asomarme por aquí es mucho tiempo, sabiendo que tengo a una muchedumbre ansiosa por echarle un vistazo al último boletín de noticias de mi universo para-lelo particular. Pero tengo coartada: he estado atravesando mi propia crisis personal, aprovechando que ahora está de moda el tema. Y como la crisis global, no es que haya acabado, ni siquiera creo que haya tocado fondo, pero está en un momento de tregua.

Es raro el tema este de la crisis. Cuando no sabíamos que teníamos una sobre nuestras cabezas, incluso cuando ya lo sabíamos pero las altas instancias lo negaban en nombre de todos los santos laicos del firmamento político, parecía que nuestra vida no había cambiado lo más mínimo. Todo el mundo pensando en las vacaciones, las cuestas de enero, el precio de la vivienda, el próximo ascenso, el campeón de liga, el alto precio de la vivienda, el me quiere-no me quiere, la última de Scarlett Johansson, el desorbitado precio de la vivienda... Y de repente, sin comerlo ni beberlo, los precios se desploman, las obras se paralizan, comienza a subir el paro como si todo fuera una profecía de Nostradamus o un versículo de la Biblia: así está escrito, así se hará. Incluso parece sugestión psicológica. ¿No será que estamos en crisis porque lo dicen los telediarios todos los días y a todas horas? Según el testimonio de las miles de familias que casi no pueden llegar a fin de mes, no, no parece probable esa teoría.

El caso es que entre la irresponsabilidad administrativa ("Vamos a recalificar unos terrenitos para edificar, que eso da dinero"), la irresponsabilidad ciudadana ("Sí, hombre, te compras un piso, lo alquilas y la hipoteca se paga solita") y la irresponsabilidad política ("...") parece que estamos en una situación bastante chunga. Menos los ricos, claro, y menos algunos listos que están usando la crisis para hacer su agosto. Aprovechando el tirón, se ponen de moda las soluciones anti-crisis de todo tipo: menús anti-crisis, promociones anti-crisis, tratamientos anti-crisis... La penuria económica también es un target publicitario y, por supuesto, un negocio.

Se podría decir que bien, que vale, que cada uno se busca la vida como puede, pero resulta que algunos manipulan la situación para poder alegar que el perro se ha comido sus deberes. ¿Que la empresa produce unos cuantos millones de beneficios menos de los esperados? Ah, pues nada, se hace un ERE, se echa a unos cuantos empleados y listo. Bochornoso. Vomitivo. Exasperante. Y más humano que los humanos, como decían en Blade Runner. Los ejecutivos de las grandes empresas van a acabar siendo replicantes a los que algún Deckard tiene que retirar antes de que la líen más de la que la están liando.

Así que ni brotes verdes, ni predicciones agoreras, ni previsiones halagüeñas, ni 2010, ni 2011, ni nada de nada. No soy ni pretendo ser analista político ni mucho menos económico, y mis ideas probablemente son demasiado simples, pero también son claras. Y en realidad, este episodio no es más que una excusa para constatar lo mucho que me cabrea que los poderosos se aprovechen de los no poderosos, porque las manifestaciones me parecen totalmente inútiles a efectos prácticos, salvo para decir "qué buenos somos nosotros y qué malos los demás", y tampoco es cuestión de comenzar a quemar fábricas como en tiempos del ludismo. Igual es que soy demasiado radical. O igual es que me quedo corto.

Una crisis para explicar
que llegamos muy lejos.
La vergüenza llega y quizás
es hora de tirar del freno.
Crisis. Los limones.

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