martes, 16 de noviembre de 2010

Episodio 78: Las mujeres al poder

¡Hola, chicas!
Desde hace una semana más o menos Dilma Rousseff es la nueva presidenta de Brasil. Si la Wiki no falla, es la cuarta mujer en Latinoamérica y la decimocuarta en el mundo que ostenta el puesto en la actualidad. A estas alturas de la Historia ya no debería sorprendernos que una mujer gobierne una nación, desde Cleopatra a Golda Meir, Benazir Bhutto o ¿la reina de Saba? Igual he visto demasiadas películas. Pero parece que hay necesidad de enmarranar la situación recordándole a Dilma que va a tener en la nuca el aliento del muy carismático Lula da Silva, e incluso hay quien duda de la autoría de las decisiones de la nueva mandataria. Aunque ningún signo de enmarranamiento debería sorprenderme en el mundo de la política, pero en fin. El tema es que es de congratularse que los brasileños tengan a partir de ahora una nueva perspectiva de gobierno, y habrá que aprovechar las circunstancias para que el mundo saque conclusiones.


En aquellos maravillosos años que se llamaron "los 80", en los que parecía que todo iba a salir bien, que se iban a eliminar las armas nucleares, que por fin caía el muro de Berlín, que todos nos concienciábamos de la necesidad de reciclar por el famoso agujero de la capa de ozono, se hizo una versión de la canción "With a little bit of luck" de la banda sonora de la película My fair lady, que decía "las mujeres al poder, las mujeres al poder, y las cosas marcharán muy bien...". Será porque aún no han alcanzado su máxima cota de poder, porque allí donde lo tienen hay mucho hombre de por medio o porque Hillary Clinton aún no gobierna en Estados Unidos, que al fin y al cabo es quien manda, pero con las mujeres al poder las cosas no han acabado de ir mejor. Y es una pena.


Tampoco conviene tirarse de los pelos. Las cosas han cambiado bastante desde la época de las sufragistas, y hasta desde la época de la quema de sostenes, pero por mucho ministerio que se quieran inventar, no tiene pinta de que la mujer haya alcanzado su cima en la escala laboral (o al menos salarial), y aún he conocido compañeras de trabajo que dicen que prefieren currar con hombres a hacerlo con las de su mismo sexo. Igual me equivoco, pero por si no hubiera suficiente con el peso del yugo masculino sobre sus cabezas, las damas también se dedican a ponerse la pierna encima para no levantar cabeza. Pido humildes disculpas por la referencia "cultural".

Por si fuera poco, recientes datos aparecidos en los medios de comunicación (o sea, en el telediario) afirman que el cáncer de pulmón se está disparando entre la población femenina. ¿Y esto qué tiene que ver? Pues... a ver cómo lo explico... lo mismo son cosas mías, pero... ¡las mujeres se están convirtiendo en hombres! ¡Huyamos! Sí, amigos, al machista que hay en mí fumar le sigue pareciendo cosa de tíos. Y está claro que si las mujeres fuman es básicamente porque pueden y porque les da la gana, y no hay más que añadir, pero algo me dice que, en el asalto a la vida moderna y al reconocimiento de derechos desde su confinamiento en la cocina, algo de los tradicionales (y muy probablemente estereotipados) valores femeninos, se ha quedado por el camino.

Que no, que no es que yo sea un fósil al que le molan las princesitas con lazo rosa ni las rubias tontas con perímetro pectoral absurdo (ejem...). Y mucho menos que me quede algún resto de idealización adolescente del bello sexo. Más al contrario, si algo he aprendido de mi trayectoria familiar, amistosa y, digamos, romántica, con ellas es que hay que tener muuuuuuuuucho cuidadín con su carácter. Ejemplo, querido hombre que estás leyendo estas líneas: si una mujer te asegura que NO está enfadada contigo, te puedes ir dando por jodido, por decirlo suavemente... Pero hombres y mujeres son diferentes más allá del trato que se dispensen mutuamente o de la educación que reciben de sus padres, que aún tiene que perder un cierto lastre. Cualquiera que haya trabajado alguna vez con niños pequeños sabe que a las niñas les gusta juntarse con las niñas y a los niños con los niños, y que aquellas suelen ser más tranquilas en sus juegos y actitudes que estos. Para todo hay excepciones, pero no creo que me esté inventando nada. Cualidades como la empatía, la comprensión y la paciencia suelen ser atribuidas, con razón o no, a la mujer, mientras que los hombres tendemos a ser, supuestamente, más "brutotes", para bien o para mal. No obstante, cuando el gobernante es gobernanta, se aprecian más las semejanzas con los colegas masculinos que la fineza en las formas y los fondos. Si a Margaret Thatcher le apodaban "la dama de hierro" no era por capricho...


No sé si llegaré a ver el momento en el que las mujeres tomen el control oficial (el "extraoficial" lo tienen desde hace tiempo) del mundo, y no sé si el mundo será un lugar mejor entonces, pero sí sé que cuando eso ocurra me gustaría que no se hubiesen convertido en tristes caricaturas de lo que los hombres hemos hecho con "nuestro" mundo.
¡Un abrazo, Mari!


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