jueves, 14 de enero de 2010

Episodio 53: Querido monstruo

Hola, criaturas:
De los presentes, el que más y el que menos ha sido niño, ¿verdad? Y, como a casi todos los niños, habrá habido algún monstruo que nos haya perturbado el sueño, generalmente procedente de algún cuento malintencionado ideado por los adultos y su perverso mundo para que los niños se comporten, o de alguna película vista a deshora y a destiempo.
Con el tiempo, el hombre del saco y el monstruo del armario desaparecen y son oportunamente cambiados por otros seres malignos que en nuestra imaginación existen sólo para amargarnos a nosotros, como los impuestos, el jefe o la ex. Y es en ese momento cuando necesitamos otros monstruos que nos vuelvan a acercar a nuestra infancia, que ahora sabemos inexistentes e inofensivos.
Así que nos vamos al cine a buscarlos. Y los monstruos que nos econtramos, creados por y para adultos, nos asustan lo justo, porque a estas alturas tenemos todos el culo pelao de sustos más gordos, pero, y ahí está lo realmente terrorífico de ellos, si rascamos la superficie, podemos vernos reflejados, como individuos y como grupo.
Recientemente se ha estrenado Donde viven los monstruos (Where the wild things are, Spike Jonze, 2009), película en la que un niño castigado por su madre, resuelve su frustración refugiándose en un mundo habitado por seres de aspecto grotesco que, sin embargo, en lugar de comérselo, como sería propio de su condición, le nombran rey.
En El bosque (The village, M. Night Shyamalan, 2004), los monstruos que aterrorizan a los habitantes de un pueblo son producto del miedo de sus habitantes a afrontar un mundo para el que temen no estar preparados. En un caso de necesidad extrema, será, paradójicamente, una joven ciega la única que reuna el valor para desafiar a los monstruos y a lo prohibido por una sociedad pacata y autodestructiva.
Por no extenderme más, pondré un último ejemplo: The host (Gwoemul, Joon Ho-Bong, 2006), película coreana en la que un hombre fracasado, perezoso y desapegado de su familia supera sus limitaciones y recupera sus lazos para salvar a su hija.
No hablaré de otros monstruos como Shrek o Monstruos S.A., por estar creados para un público menos adulto, y porque lo interesante de verdad es cómo, para espantar a nuestros propios ogros (incomunicación, miedo, frustración, soledad, desarraigo) echamos mano de bichos de todas las formas y tamaños que no hacen sino ocultar que, en realidad, el monstruo somos nosotros.
¡Sed buen@s!
Buenas noches, señor monstruo,
no me mire por favor.
Buenas noches, señor monstruo,
que me da mucho pavor.
Buenas noches, señor monstruo. Regaliz.

1 comentario:

  1. Buenas, querido monstruo,

    Ya que mencionas The Host, te diré que me la descargué (¿se puede decir eso aquí, Tedy?) en su día tras leer simplemente una alusión a ella en la sinopsis de otra película que, ya ves, ni siquiera recuerdo.

    Lo interesante de The Host está para mí en esa parte del monstruo que representa.. pufff, me sale "una desnaturalización de la sociedad coreana", ah, ya lo veo, mejor si digo "un símbolo de la pérdida de identidad de ese pueblo, con una crítica sublime al hecho puntual de los Juegos Olímpicos de Seúl del 88, encarnada en la pérdida del respeto, de la tradición por la "americanización", de las relaciones familiares...

    Y lo mejor de todo, visto a través de los ojos de una persona trastornada, limitada, vaya, que al parecer le falta un hervor. Como en los relatos de Faulkner, cuando parafrasea a Shakespeare en Macbeth: "La vida no es más que un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, y que nada significa".

    Eso es justamente The Host.

    Saludos cordiales, y perdón por el peñazo!

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