El pasado día de los inocentes llegó a su fin la emisión del canal CNN+, que dejó su espacio a una nueva cadena dedicada a Gran Hermano las 24 horas del día. Asuntos económicos aparte (fusión Telecinco-Cuatro, paulatino desmoronamiento de PRISA, rentabilidad publicitaria, etc.), el mensaje que nos queda es la sustitución de una cadena de noticias por una de pelo-grasiento-con-caspa-seborreica, y otra maniobra desesperada por lograr audiencia en los "otros" canales de la TDT.
Cuando esta nueva forma de ver la televisión estaba aún en ciernes, no se escatimaron mensajes de buen rollo sobre la calidad de imagen y sonido, la enorme cantidad y variedad de canales gratuitos que todos podríamos disfrutar y cómo iba a haber contenidos mejores y para todos los gustos. Y, de hecho, durante el tiempo en que la señal digital y la analógica convivieron, parecía que iba a ser así. Varios años después, con todos antenizados, el cuento ha cambiado, cómo no.
Un panorama casi idílico de canales con profusión de documentales (la primera Veo TV), música (Fly Music) e incluso redifusión de programas míticos de TVE (TVE Nostalgía) junto a los canales ya conocidos se fue transformando en un batiburrillo de canales políticos, otros rebotados de la televisión por satélite (un Disney Channel que nos trajo a Hannah Montana y los Jonas Brothers, jamás sabremos cómo agradecerlo...) e infinidad de emisiones repetidas de otras repeticiones. Quién nos iba a decir que un día podríamos encadenar los vejos episodios de El príncipe de Bel Air con los de Cosas de casa, Padres forzosos, Los problemas crecen y Los Simpson, todo ello sin tener que apagar nuestro receptor... Al menos, es cierto, tenemos la suerte de ver joyas como Vaya semanita sin tener que acudir a Youtube.
Eso sí, qué bien se ve, ¿no? Al menos hasta que llueve o sopla el viento fuerte y la pantalla se ennegrece para dar lugar al bonito letrero "Sin señal de antena". O mejor aún, la pantalla pixela y cada cambio de plano es como un pase de diapositivas distorsionado. La señal analógica no se veía ni se oía tan maravillosamente, pero, incluso si la recepción de un canal era mala, aún te enterabas de algo. Ahora, como el bicho diga que no, se puede dar el programa por perdido.
Sobre la variedad de contenidos gratuitos casi es mejor no hablar, pero lo haré, por quedarme a gusto y porque para eso escribo este blog: ya tengo sintonizados en mi tele cuatro canales codificados y tres canales de teletienda, y eso porque uno ha desaparecido... La amplísima diversidad de programación nos permite ver en un canal el programa o película que justo el día de antes han emitido en "el canal madre", y también nos permite ver el mismo anuncio simultáneamente hasta en cuatro canales diferentes, verbigracia, para que nadie me acuse de tirar la piedra y esconder la mano: Antena 3, Neox, Nova y Veo7. Supongo que también en Nitro, pero no lo sé porque a mi antena aún no llega su señal, como la de Marca TV (qué gran placer tener que tragarme el Mundobasket en una tele de 3', y gracias a que tiene antena propia) y la de La Sexta 2 y 3. La MTV sí que se ve, pero yo creo que funciona mal también, porque la última vez que la vi, en los 90, ponían vídeos musicales...
Pero aún así, yo estoy tranquilo, porque veo los amenísimos debates de Intereconomía, la reposición en Neox de los episodios de Dos hombres y medio que ya vi el año pasado en la 2 y Gran Hermano en tres canales diferentes. Ah, y puedo escuchar la radio en la tele, algo que jamás soñé. Y que jamás me ha apetecido, por otra parte. Para escuchar la radio ya tengo el móvil, el mp3... y la radio.
Que no, que no me gusta la TDT. Y no es que tenga nada en contra de la variedad de canales gratuitos con contenidos para todos los públicos. Es que a esta TDT ya no la conoce ni la madre que la parió.
Ay, cómo hemos cambiado, qué lejos ha quedado aquella amistad...
Cómo hemos cambiado. Presuntos implicados.
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