Hace poco he visto la película sudafricana Tsotsi, ganadora del Oscar a la Mejor Película de habla no inglesa en 2005. Es una película cruda y realista, con todo lo bueno y lo malo que tienen las películas crudas y realistas. Por un lado, te toca, te cala la visión de la pobreza y la crueldad en la que viven muchas personas en el mundo; por otro, tras años viendo películas crudas y realistas tiene uno la sensación de que todas las historias crudas y realistas son, en realidad, la misma, y tras años viendo telediarios asiduamente, cada vez tiene uno la piel más dura. Después de verla me apresuré a buscar qué ha hecho últimamente su director, Gavin Hood, y cuál fue mi sorpresa al comprobar que es el director de... Lobezno. Inmediatamente (atención, aquí es donde me sobro), vi paralelismos en la oscuridad de sus escenas y la abundancia de conversaciones tête à tête de ambas, y luego, un aterrardor pensamiento me vino a la cabeza: "otro al que han comprado".
Hollywood y su maquinaria engrasada con dólares ha vuelto a darle un buen puñado de pasta a un director de corte independiente y más artístico que comercial para que haga uno de sus productos palomiteros, en un intento de aportarle al mismo tiempo calidad y prestigio. Dice un refrán (y una canción de Los burros) que cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana. El equivalente aquí sería "cuando el gran presupuesto entra a espuertas, la inspiración se escapa por la taquilla". Vaya por delante que Lobezno me parece una película entretenida y no salí avergonzado del cine tras pagar por verla, pero a mi yo snob le da cierta cosa que algunos cineastas se presten a hacer ciertas películas. También ignoro si el sueño de Hood era que la ciudad del oropel le mandase una invitación y un cheque en blanco para cambiar de tercio, y, en cualquier caso, me parece legítimo que cualquier director se dedique a hacer las películas que mejor le paguen o las que le dé la gana.
Al menos, mientras dichas pelis tengan cierta sustancia, cierta alma. Ha habido ilustres directores que han dado el salto a la meca del cine y se la han pegado por diversas razones: o bien sus pelis hollywoodienses no dieron la talla o bien ellos mismos se sintieron mal haciendo lo que la industria les exigía en lugar de lo que les pedía el cuerpo. Ejemplos: la versión de Psicosis de Gus van Sant, Los crímenes de Oxford de Álex de la Iglesia o Farenheit 451 de Truffaut. Les faltaba chicha, no se reconocía a sus autores, aburrían a las ovejas... no acabaron de encajar, en fin. Como en todo lo demás, encontrar un equilibrio es complicado, y supongo que es labor de ambas partes, director talentoso y productor adinerado, llegar a un punto en el que ambos se sientan satisfechos. Cuando eso no ocurre, el público tampoco suele apostar muy fuerte por la película en cuestión, tanto si se trata de una audiencia poco exquisita que busca entretenerse como si tiene el morro más afilado y le va la profundidad.
En el film Ejecución inminente, uno de los mejores de Clint Eastwood en mi molestísima opinión, aparece un mendigo que no deja de dar la tabarra a los viandantes: "Dame dinero con tostadas, tío, tú tienes dinero con tostadas...". Me parece una buena metáfora para el caso. Hollywood sería, naturalmente, el dinero, y el director en cuestión aportaría las tostadas. Y lo importante, no nos engañemos, lo que alimenta al fin y al cabo, no es el dinero, sino las tostadas. Que se lo digan al Walter Salles de Estación central de Brasil que ha acabado haciendo la versión yanqui de Dark water o al Wolfgang Petersen de El submarino cuando se metió en el fregao de hacer Poseidón. El último caso conocido es el del muy apreciado por la crítica Michel Gondry, que se ha apresurado a admitir que The Green Hornet no es exactamente el tipo de obra que le suele gustar hacer. Pero ahí está...
Por su puesto, el tema no es exclusivo de directores. También los actores, si cabe con mayor asiduidad, pican. Y si no, ¿qué hacía John Malkovich interpretando al villano de Johnny English? Y si nos salimos del mundo del espectáculo, se puede aplicar de la misma forma. Para no extenderme: que las cosas no se hacen solo por dinero, vamos, que hay que darles un poco de arte. Y si nos ponemos a hablar de los políticos... no, mejor no, que me conozco.
Me voy, que me ha entrado hambre y no sé si comerme un bocadillo o ir a ver X-men*.
She's never gonna be like the one before
She read it in her stars that there's something more
No matter what it takes and even though she breaks
She'll be the Queen of Hollywood.
The Corrs. Queen of Hollywood.
*Por supuesto la peli escogida no es inocente. Bryan Singer triunfó con la maravillosa Sospechosos habituales y luego dio la talla con esta adaptación de Marvel y su secuela. Justo después, la cagó con la de Superman...
Al menos, mientras dichas pelis tengan cierta sustancia, cierta alma. Ha habido ilustres directores que han dado el salto a la meca del cine y se la han pegado por diversas razones: o bien sus pelis hollywoodienses no dieron la talla o bien ellos mismos se sintieron mal haciendo lo que la industria les exigía en lugar de lo que les pedía el cuerpo. Ejemplos: la versión de Psicosis de Gus van Sant, Los crímenes de Oxford de Álex de la Iglesia o Farenheit 451 de Truffaut. Les faltaba chicha, no se reconocía a sus autores, aburrían a las ovejas... no acabaron de encajar, en fin. Como en todo lo demás, encontrar un equilibrio es complicado, y supongo que es labor de ambas partes, director talentoso y productor adinerado, llegar a un punto en el que ambos se sientan satisfechos. Cuando eso no ocurre, el público tampoco suele apostar muy fuerte por la película en cuestión, tanto si se trata de una audiencia poco exquisita que busca entretenerse como si tiene el morro más afilado y le va la profundidad.
En el film Ejecución inminente, uno de los mejores de Clint Eastwood en mi molestísima opinión, aparece un mendigo que no deja de dar la tabarra a los viandantes: "Dame dinero con tostadas, tío, tú tienes dinero con tostadas...". Me parece una buena metáfora para el caso. Hollywood sería, naturalmente, el dinero, y el director en cuestión aportaría las tostadas. Y lo importante, no nos engañemos, lo que alimenta al fin y al cabo, no es el dinero, sino las tostadas. Que se lo digan al Walter Salles de Estación central de Brasil que ha acabado haciendo la versión yanqui de Dark water o al Wolfgang Petersen de El submarino cuando se metió en el fregao de hacer Poseidón. El último caso conocido es el del muy apreciado por la crítica Michel Gondry, que se ha apresurado a admitir que The Green Hornet no es exactamente el tipo de obra que le suele gustar hacer. Pero ahí está...
Por su puesto, el tema no es exclusivo de directores. También los actores, si cabe con mayor asiduidad, pican. Y si no, ¿qué hacía John Malkovich interpretando al villano de Johnny English? Y si nos salimos del mundo del espectáculo, se puede aplicar de la misma forma. Para no extenderme: que las cosas no se hacen solo por dinero, vamos, que hay que darles un poco de arte. Y si nos ponemos a hablar de los políticos... no, mejor no, que me conozco.
Me voy, que me ha entrado hambre y no sé si comerme un bocadillo o ir a ver X-men*.
She's never gonna be like the one before
She read it in her stars that there's something more
No matter what it takes and even though she breaks
She'll be the Queen of Hollywood.
The Corrs. Queen of Hollywood.
*Por supuesto la peli escogida no es inocente. Bryan Singer triunfó con la maravillosa Sospechosos habituales y luego dio la talla con esta adaptación de Marvel y su secuela. Justo después, la cagó con la de Superman...
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