Desde que el mundo empresarial entró a saco (o a saca, más bien) en el fútbol, mi interés se desvaneció. Sin embargo, no puedo resistirme al Mundial. Por eso, el otro día, pensando en algo medianamente interesante para twitear, me di cuenta de cómo este torneo ha servido para mitigar el malrollismo contra políticos y medios de comunicación de todos los plumajes, y me asaltó una duda. Por eso, hoy, mis leales lectores, os quiero hacer una pregunta: ¿se merecen los personajes, ejem, mediáticos, la pasta que ganan por alejarnos del mundanal ruido y entretenernos un rato?
La respuesta racional sería no, está claro. A ver por qué un actor de Hollywood, un futbolista o la última estrella post-adolescente del pop tienen que estar forrados mientras que el médico que nos opera, el tendero de la esquina que nos vende la comida y el fontanero que nos arregla el grifo tienen sueldos normales. Es más, ¿todo ese dinero no podría ir a gente que de verdad lo necesita, a solucionar los problemas del mundo, a paliar el hambre, a curar la enfermedad? Suena indecente que, en este mundo que estamos destruyendo poco a poco, toda esa gente gane una millonada por no hacer nada.
Pero sí, toda esa gente gana una millonada por no hacer nada... ¿o hacen más de lo que parece? No voy a referirme aquí al dinero que generan a cambio de lo que cobran, ya sea en venta de entradas, de camisetas, de mechandising de todo tipo o de sus propias líneas de perfumería y ropa, sino de algo mucho menos concreto y mucho más importante: la felicidad. Al principio, la noticia del sueldazo del último fichaje, el cachitas de turno o el presentador de moda nos escandaliza, pero como estamos tan saturados de noticias epatantes, acabamos fijándonos más en el brillo que desprenden sus dientes de oro que en lo efímero de sus obras.
Hay mucha gente que abomina el deporte profesional, no ve la tele (incluso he oído, aunque creo que es una leyenda urbana, que hay personas, seres humanos como tú y como yo, que no tienen tele) y dedica su tiempo de ocio a pasear por el campo, escuchar a Vivaldi y leer a los clásicos. Desde su punto de vista, que cualquier figurín televisivo gane más que el presidente del gobierno tiene que ser una blasfemia. Pero, probablemente por desgracia, esas personas no son mayoría, y que a uno le quiten las penas un rato, es posible que no tenga precio. Si no tienes trabajo o tienes un jefe idiota, si no puedes con tus hijos o no puedes tener hijos, si te estalla la cabeza o te pesa el culo, vas a necesitar una vía de escape. Y eso, como todo, se paga.
Y, de todas formas, estar forrado y que el mundo sea una mierda, dicho suavemente, no son cosas incompatibles. Por un lado, el dinero que gana un grupo de rock por hacer una gira mundial y el dinero dedicado a la investigación sobre el SIDA, no salen del mismo sitio. Uno sale directamente de nuestro bolsillo, y otro, de nuestros impuestos, sin pasar por nuestro bolsillo. Dicho de otra forma, ni yo financio la creación de casas de acogida para refugiados ni el gobierno le paga los caprichos del camerino a Lady Gaga. Por lo tanto, no deberíamos tener que elegir entre una superproducción y una escuela en África.
Y a partir de esta última idea, mis amados acólitos, os hago otra pregunta: ¿es posible que nuestros queridísimos políticos (ya tardaban en salir a la palestra) estén utilizando el showbiz como opio del pueblo, para atontar a sus votantes y no votantes y así no tener que hacer los deberes? No olvidemos que los líderes del mundo son los miembros del G20, no los de U2. Y tampoco olvidemos que hay celebridades que siguen siendo denostadas a pesar de entregar jugosos fajos de billetes a labores humanitarias: sólo lo hacen para librarse de Hacienda, para lavar su imagen, para limpiar su conciencia, porque para ellos no son más que migajas... sí, pero lo hacen. Incluso los que con una mano invierten su fortuna en drogas y alcohol, mansiones desperdigadas por el mundo, coches de lujo y con la otra aporrean fotógrafos y meten mano a dudosas compañías, suelen tener un ratito para hacerse la foto con el presidente de tal fundación, organización o gobierno y un cheque más grande que mi habitación.
Me estoy alargando (otra vez). Tras toda esta palabrería, y a pesar de que he intentado ser magnánimo, probablemente la respuesta siga siendo no. Al que pagó veinte millones de dólares a Jim Carrey por la segunda parte de Ace Ventura deberían cortarle... el sueldo, y Cristiano Ronaldo no vale 90 millones. Pero al menos nos ha quedado claro que también son personas, y que si a mí, que tengo un índice de popularidad que podríamos definir como ridículo, me agobia a veces que me paren por la calle, ser famoso de verdad a veces debe de ser un coñazo. Y eso también se paga y se cobra.
¡Nos vemos en los Oscars... o en los bares!
She's so Lucky
She's a star
But she cry cry cries in her lonely heart
Thinking, if there's nothing missing in my life
Then why do these tears come at night?
She's a star
But she cry cry cries in her lonely heart
Thinking, if there's nothing missing in my life
Then why do these tears come at night?
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