Perdón por la tardanza, he estado entretenido... Hoy me gustaría dedicar el episodio de vuestro folletín favorito a reflexionar un instante sobre el milagro que ha tenido lugar recientemente y del que el mundo entero ha sido testigo: la liberación de los 33 mineros chilenos de la mina San José tras sesenta y nueve días atrapados, gracias al despliegue realizado por el Gobierno del país andino, que ha recurrido a la NASA y que no ha escatimado esfuerzos humanos ni medios materiales para que lo que parecía imposible dejase de serlo. Pensémoslo un segundo en silencio...
Bien, gracias. Ahora veamos: todo ese gasto, ¿quién lo paga? Eh, eh, esperad, no os vayáis enfadados. No es que yo ponga los intereses económicos por encima de la vida de un grupo de trabajadores. Simplemente, es lo que se preguntaba hoy buena parte de la prensa. Sí, amigos, es el... ¡negocio! Porque después de las imágenes emocionantes, de la unión de un país entero, de que la Madre Tierra diese a luz a treinta y tres seres humanos que han vuelto a nacer, de la solidaridad, el amor y las lágrimas, detrás, digo, siempre está el dinero.
Qué putada, ¿no? Pues sí, pero así nos lo hemos montado. Se me ocurren varias formas de costear el rescate: se puede sacar de los fondos estatales reservados para jñerltlvndng (uy, qué dedos más tontos...), convertir el lugar en un parque temático o aprovechar el tirón publicitario para recordar a los muchimillonarios del lugar que una vez tuvieron corazón. Lo que sea menos cargar el montante al bolsillo de los chilenos que hoy respiran aliviados. Parece la solución más fácil, pero le quitaría encanto al tema, la verdad.
Es una lección durita, pero que todos hemos tenido que aprender antes o después, me temo. No importa cuáles sean nuestros sueños o utopías, se pueden realizar si nos esforzamos al máximo, sabemos sufrir, si tenemos paciencia y, por supuesto, si nos los podemos permitír. Tampoco importa que por nuestros deseos e ilusiones tengamos que pagar un precio en forma de desgaste emocional, decepción, desesperación o directamente trasvase al lado oscuro. Al final, la realidad se presentará en nuestra puerta en forma de factura. Y, a no ser que nuestros deseos e ilusiones consistan en ser millonarios, las facturas siempre duelen.
La aventura de los mineros de San José nos da un gran ejemplo, amigos: si tenéis un sueño enterrado, no lo matéis. Sacadlo a la superficie, alimentadlo, tened fe, no cejéis en el empeño jamás. Y encontrad un socio capitalista.
Besos y abrazos, todos ellos gratuitos.
Besos y abrazos, todos ellos gratuitos.
I'll buy you a diamond ring my friend if it makes you feel alright.
I'll get you anything my friend if it makes you feel alright.
'Cause I don't care too much for money, money can't buy me love.
Can't buy me love. The Beatles.
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