sábado, 26 de febrero de 2011

Episodio 86: el yang

Hola, tristes peregrinos que pululáis vagando por el mundo:
Vamos con la segunda parte del experimento de las canciones. De nuevo, 13+1, por simetría, más que nada, y, de nuevo, con fines expiatorios o, simplemente, para liberar energía retenida. Una vez escuché en la radio a una oyente decir que cuando estaba triste se ponía las canciones más depresivas que conocía para acabar de soltar todo lo que le oprimía el pecho. En aquel momento me pareció una tontería, pero no tardé en comprobar que funciona.
Y no todo son canciones bonitas y alegres. En la vida hace falta una pizca de vinagre de vez en cuando, por mucho que me fastidie reconocerlo. Aquí tenéis una galería de los horrores particular, aunque pequeña y ligera, por supuesto, que empieza con una pesadilla y acaba con un sálvese quien pueda. ¡Disfrutad, pero no os avinagréis!

1. Pesadilla, de La oreja de Van Gogh (Dile al sol).
Le falta un poco más de guitarreo para mi gusto, pero la atmósfera creada a base de teclados es igual de chunga. Miedo, maldad, huir... muy poco propio de un grupo siempre acusado de matar diabéticos. "Dímelo tú, reina del mal, cuándo voy yo a despertar...". Llamadme moñas, pero la canción tiene la suficiente mala leche como para hacer fluir la adrenalina.
Una gran virtud: su maravillosa falta de cursilería.

2. Jenny was a friend of mine, de The Killers (Hot fuss).
Brandon Flowers y su pandi valen igual para un roto que para un descosido. En esta ocasión, como decía Gila, parece que alguien ha matado a alguien, al menos figuradamente. "No hay motivo para este crimen, Jenny era amiga mía...". No hay que dejarse engañar por el subidón de su última línea instrumental, esto no es un exitazo discotequero.
Una gran virtud: cuando piensas que se ha acabado, resulta que queda lo mejor.

3. Basketcase, de Green day (Dookie).
"Basketcase" es el término que usan los médicos para designar los casos desahuciados, y antes de que el trío californiano abandonase el punk para entonar himnos dolientes, tocaban canciones cabreadas como esta. "¿Estoy paranoico o simplemente colgado?". Eso sí, en el vídeo parecían pasárselo bastante bien en el psiquiátrico tomando pastillitas.
Una gran virtud: genial para tocar la guitarra sin tener ni idea con un cubatita en la mano.

4. Land of confusion, de Disturbed (Ten thousand fists).
Podría haber puesto la canción original, de Genesis, pero esta me parece más apropiada, porque tiene más ganas. Una llamada a la acción apoyada por un genial vídeo (está en Youtube) de Todd McFarlane, creador de Spawn. "Este es el mundo en el que vivimos, y estas son las manos de que disponemos, úsalas y vamos a intentar hacer de este un mundo en el que merezca la pena vivir...".
Una gran virtud: la cara que se les queda a los que se pasan el día riéndose del lila de Phil Collins cuando se enteran de que esta canción la cantó él primero.

5. Behind these hazel eyes, de Kelly Clarkson (Breakaway).
A estas alturas ya me da igual lo que me llaméis. Los oídos, más que pitarme, me sangran. Si en la primera lista había (al menos) una canción de amor, en esta  no podía faltar una canción de desengaño amoroso en toda regla, y esta podría pasar por una de hard rock ochentero del estilo de los primeros Bon Jovi. "Aquí estoy otra vez, rota en pedazos, no puedo negarlo, no puedo fingir...". Ay, qué triste es todo y tal...
Una gran virtud: que podría haber sido una balada empalagosa.

6. Can't repeat, de The Offspring (Greatest hits).
El paso del tiempo, otra de las grandes obsesiones del hombre. Por lo menos de este. Dexter Holland coge velocidad y afina sus agudos con un riff pegadizo de fondo, la especialidad de la banda. "El pasado se ríe, el futuro llora...". Estos chicos, siempre tan optimistas.
Una gran virtud: al contrario que los R.E.M. de la otra lista, Offspring tienen muchas como esta.

7. Darling, de Sons and daughters (This gift).
Si al hablar de Del Amitri no incluí en la lista de bandas procedentes de Glasgow a Sons and daughters es porque... no les conoce casi nadie. Una lástima, porque, como sucedía con el Here and now de aquellos, esta canción se merecía ser un éxito, aunque fuese un one hit wonder. Una interpretación libre podría invitar a purgar errores: "Retorcer el puñal, pagar por tus crímenes pasados...".
Una gran virtud: Un cierto aire lolailo.

8. Hard candy, de Counting crows (Hard candy).
¿Se nota que tengo querencia por ciertos grupos? En este tema, el señor Duritz se martillea la cabeza a base de recuerdos, no precisamente felices, claro. "Cuando despiertas, la mañana te cubre de luz y te hace sentir bien, pero sólo es otro caramelo, estás recordando otra vez...". A pesar de todo, el piano y la guitarra acústica de fondo le dan luminosidad a la canción.
Una gran virtud: Uhm... que me gusta mucho.

9. Zombie, de The Cranberries (No need to argue).

Aunque los gorgoritos de Dolores O'Riordan son un poco rallantes en esta canción en particular, su voz unida al guitarreo expresan bastante bien el hartazgo de una situación que "es el mismo tema desde 1916...", el terrorismo en su Irlanda de origen, para más señas. Un alegato contra la violencia que junta el desprecio por los que la provocan y el dolor de los que la sufren.

Una gran virtud: el contenido es tan bueno como el continente.

10. Time to pretend, de MGMT (Oracular spectacular).
Impregnada de la idea de vivir rápido, morir joven y dejar un cadáver bonito, los penúltimos niños mimados de la crítica moderna se despachan recorriendo sus excesos favoritos. "Tendremos hijos con modelos, nos divorciaremos, conoceremos otras modelos, todo debe seguir su curso...". Y todo sin dejar de bailar a su ritmo.
Una gran virtud: es imposible, o muy desaconsejable, tomársela en serio.

11. Otherside, de Red hot chili peppers.

Una de las grandes canciones de la pasada década. Parece que la cosa va de drogas, vaya usted a saber. La letra es difícilmente comprensible, pero parece un grito de desesperación que se nota sobre todo en los coros del guitarrista John Frusciante, que se acababa de desenganchar en aquella época. "Una vez que vas, no puedes volver. Tengo que asumirlo en el otro lado". Atención al vídeo expresionista, digno de verse.
Una gran virtud: la combinación de ritmos lentos y rápidos, y la prodigiosa instrumentación.

12. Bring me to life, de Evanescence (Fallen).
Más desesperación: "Haz que circule mi sangre, antes de que me derrumbe...". En principio, Bring me to life está llena de trampas: auspició el insufrible movimiento emo, aparece en la banda sonora de Daredevil (peliculón!) y la voz masculina tiene lo peor del metal "feo" de Slipknot o Marilyn Manson. Sin embargo, también nos dio a conocer a Amy Lee, y eso la redime...
Una gran virtud: es una canción de amor... a su manera.

13. Sálvese quien pueda, de Vetusta Morla (Un día en el mundo).
Todos tenemos muchas caras, y no todas hermosas. Por ejemplo, quién no ha tenido alguna vez un ataque de ego: "Puede ser que mañana esconda mi voz por hacerlo a mi manera, hay tanto idiota ahí fuera...". Sin embargo, al final, "sin vosotros, duele más".
Una gran virtud: El disco Un día en el mundo, cuasiperfecto.

La propina, canción número 14: Viva la vida, de Coldplay (Viva la vida or death and all his friends).
A ver... se llama Viva la vida, no tiene guitarras furiositas y es de los pesaos de Coldplay. ¿Qué hace esta canción en esta lista? Narrar la caída de un tirano, que ve cómo se le acaba lo bueno. "Oigo las campanas de Jerusalén repicar, y los coros de la caballería romana cantar...". Todo un himno al sanseacabó con campanas y arreglos de cuerda, perfecto para entonar estos días en algún país árabe.
Una gran virtud: podríamos hacérsela escuchar en bucle a unos cuantos políticos...

Espero que os haya gustado, interesado, picado la curiosidad o lo que sea. Si las reacciones son positivas, haré algúna recopilación más. Como en el anterior episodio, comento que las canciones son propiedad de sus respectivos autores y que no es mi intención apuntarme el mérito.
Chimpún.

domingo, 13 de febrero de 2011

Episodio 85: el ying

Hola, personas sonrientes:
Por fin llegó la hora del ying. O del yang, vete tú a saber. Esta es la primera lista de reproducción que me permito editar, y he preferido empezar por las canciones de buen rollo, temita positivo, optimista y tal. Son trece, con ánimo de darle la vuelta a los viejos tópicos, prejuicios y clichés, exorcizar los malos espíritus y mirar la vida con una perspectiva distinta. Bueno, y porque en algún momento había que parar, porque si me pongo a meter canciones no acabo jamás. Se pueden usar como una especie de manual de autoayuda para cuando caiga el chaparrón, como recopilatorio para echarse un bailecillo íntimo de esos que nos marcamos cuando nadie nos ve, o simplemente como ruido de fondo mientras fregamos los cacharros.
Siento haber tardado tanto y siento que haya que chamullar inglés para entenderlas. En cualquier caso, son fáciles de encontrar por Spotify o Youtube. Espero que os guste el invento. Allá va:

1. Saharabbey Road, de Vetusta Morla (Un día en el mundo).
Empezamos desde abajo: "Se lo llevó la tormenta y el tiempo...". Parece que estamos ante una canción triste, pero sólo hay que seguir escuchando para que poco a poco se convierta en un canto al optimismo y una celebración de la vida: "Con cada latido hoy celebra que nuestra historia continuará...".
Un pequeño defecto: Los de Tres Cantos están tardando en editar su segundo disco, y, siendo Un día en el mundo tan perfecto, ya me estoy temiendo que las expectativas no se cumplan.

2. Nine in the afternoon, de Panic! at the disco (Pretty. Odd).
Y a mí que esta canción me recuerda un poco a los Beatles... La canción es casi un entretenimiento, lleno de juegos de palabras y música festiva. "Son las nueve del mediodía y tus ojos tienen el tamaño de la luna...".
Un pequeño defecto: ¿Demasiado simplona?


3. Mr. Jones, de Counting Crows (August and everything after).
"El señor Jones y yo vamos a ser grandes estrellas...". Una rara avis en el repertorio de un grupo que no se suele caracterizar por canciones felices (y esta tampoco lo es al 100%, ya que no expresa más que deseos). Sin embargo, junto a Accidentally in love, de la banda sonora de Shrek 2, con la que casi ganan un Oscar, han demostrado que dejando a un lado la melancolía también se pueden escribir buenos temas, y además triunfar.
Un pequeño defecto: Siempre nos quedará la duda de saber quién es el señor Jones y si llegó a ser una estrella. Al menos, Counting Crows lo lograron.

4. I can do it without you, de Kaiser Chiefs (Yours truly, angry mob).
Podría haber elegido casi cualquier canción de su anterior disco, Employment, posiblemente el mejor disco de la pasada década (ya está, ya lo he dicho), pero me quedo con esta del segundo trabajo de la banda de Leeds porque es ideal para echar un bailecillo y pasarlo bien. "Puedo hacerlo sin ti, pero no quedaría muy bien...".
Un pequeño defecto: Que no esté en Employment.

5. Read my mind, de The Killers (Sam's town).
Otro segundo disco, otro cuarteto de Las Vegas (como Panic! at the disco), y otra maravillosa canción. Estupenda combinación entre teclado disco y guitarreo indie. Y, para los que odian las canciones con mensaje, esta no lo tiene. Al menos, no hay quien lo entienda. "A mí no me importa si a ti no te importa, porque yo no brillo si tú no brillas...".
Un pequeño defecto: La letra es tan críptica que hasta podría ser triste.

6. Unwritten, de Natasha Bedingfield (Unwritten).
Si la anterior canción preguntaba si puedes leer mi mente, esta comienza afirmando rotundamente que no. Siguiendo la filosofía del qué será, será, invita a vivir el presente con intensidad y tener esperanza en el futuro. "Empápate en palabras no pronunciadas, vive con los brazos abiertos, hoy es cuando empieza tu libro, el resto está sin escribir...".
Un pequeño defecto: Para ser redonda, le sobra un estribillo o le falta una estrofa.

7. Here and now, de Del Amitri (Twisted).
Llegamos a la mitad de nuestra lista con una peazo canción. Los 90 debieron de ser para Glasgow algo así como los 80 para Madrid, en cuanto a movida musical, digo. Texas abrieron fuego para dar paso a Belle & Sebastian, Travis, Teenage Fanclub... y Del Amitri, que no tienen el mismo éxito que los anteriores, pero también han puesto su granito de arena para impulsar a bandas posteriores de la urbe escocesa, como Franz Ferdinand y Glasvegas. Este, de 1995, es probablemente su tema más conocido, y en él hacen un despliegue de facultades músico-vocales. "No quiero perder el tiempo pensando en eso aquí y ahora, nada importa excepto lo que tenemos aquí y ahora...".
Un pequeño defecto: Que la canción no se convirtiera en un hitaco, como diría Florentino Fernández.

8. Elevation, de U2 (All that you can't leave behind).
Esos woohoos con guitarra de fondo son todo un chute de adrenalina en una canción que se mantiene arriba en todo momento salvo por una breve pausa para respirar hacia la mitad. Todo un detalle por su parte, señor Bono. "Me encuentro en el cielo, tú me haces sentir que vuelo muy alto...".
Un pequeño defecto: Los arreglos discotequeros, que, por mucho que el cuarteto irlandés se empeñe, no les quedan bien.

9. Imitation of life, de R.E.M. (Reveal).
Muy simple y directa. Si quieres triunfar en la vida, ya sabes, persevera, no te arredres y no muestres debilidades. "Esta tormenta, esta marea, esta avalancha no me dan miedo. Vamos, nadie puede verme llorar...".
Un pequeño defecto: Que el grupo tenga cierta tendencia a canciones menos luminosas.

10. Friday, I'm in love, de The Cure (Wish).
Si Mr. Jones o Imitation of life sorprenden un tanto, qué decir de esta canción, única en uno de los grupos más siniestros aparecidos en los 80. The Cure aparcan un poquito el gótico y le cantan al amor. Si no te gusta, al menos puede servirte para aprenderte los días de la semana en inglés. "No me importa si el lunes es triste, el martes es gris y el miércoles también. Jueves, no me importas. Es viernes, estoy enamorado...".
Un pequeño defecto: Pese a todo, Robert Smith sigue dando repelús.

11. Join with us, de The feeling (Join with us).
Para los que no conozcáis a The feeling, a un servidor le gusta definirlos como cuando Take that se fueron al pub y se pasaron con las cervezas. Al menos en su primer disco, Twelve stops and home, porque en este segundo se parecen más a... Take that. Apenas se salva este sencillo, una canción viva y energética donde las haya, que os puede sonar de un anuncio de coches. "El mundo está en tus manos, el mundo pertenece a aquellos que aún creen que se puede. E importa lo que haces, aunque los demás te miren por encima del hombro, porque es mejor salir de la nada a que nada salga de ti...".
Un pequeño defecto: Ehem... ¿"ring ring, bip bip"?

12. Sk8er Boi, de Avril Lavigne (Let go).
Otra canción completamente espídica ideal para botar como un loco. Ya sabéis, niñas y niños, las apariencias engañan... "Una pena que no vieras al hombre en que ese chico podía convertirse. Hay que mirar más allá, yo veo el alma que hay en el interior...".
Un pequeño defecto: Que para muchos, Lavigne no sea más que una mocosa que canta para mocosos.

13. Whatever, de Oasis.
Mucho antes de que los puñeteros hermanos Gallagher se enzarzaran en sus puñeteras peleas y empezaran a sacar discos ramplones, se dedicaban a componer himnos como este, al que ni le faltan ni le sobran punteos de guitarra ni arreglos de cuerda. "Cualquier cosa que hagas, cualquier cosa que digas, yo sé que está bien...".
Un pequeño defecto: Que la canción apareciese en un single aparte y no en el tremendo What's the story... morning glory, posiblemente el mejor disco de los 90 (ya está, ya lo he dicho).

Canción de propina número 14: por si hay supersticiosos o algo, que no es cuestión de que nadie se coja un disgusto por unas cancioncillas... Shiny happy people, de R.E.M. (Out of time).
Con la colaboración de su amiga Kate Pierson, vocalista de B-52's y un vídeo con coreografía al más puro estilo Aserejé (al loro con la gorrita que luce el señor Michael Stipe), es el prototipo de la canción que te hace sentir bien y te quita los problemas de la cabeza durante al menos tres minutos.
Un pequeño defecto: Tras su éxito, el grupo la aborreció, dejaron de tocarla en directo y no la incluyeron en su recopilatorio In time. Ya les vale.

Eso es to, eso es to, eso es todo, amigos. Volveré pronto (espero) con la segunda lista, la de las canciones malrolleras. Por si acaso, me permito añadir que todas las canciones y letras son propiedad de sus respectivos autores y tal.
¡Sed felices!

viernes, 4 de febrero de 2011

Episodio 84: Lo de Vigalondo

Hola, graciosos y graciosas:
Hoy tocaba la primera lista de canciones para un buen/mal momento, pero la actualidad me ha hecho aplazarla hasta mañana. Esto es un noticiario serio y tal, y la ida de olla de Nacho Vigalondo requiere de mi innecesaria y no solicitada opinión.

¿Conocéis la leyenda urbana de los dos amigos que empiezan a hacer el tonto dándose empujoncitos y acaban en el hospital tras darse una soberana paliza mutuamente? Pues eso es más o menos lo que ha pasado. Una broma inocente se va de las manos y acaba mal. Vigalondo iba pedo, o al menos de eso avisó, y, probablemente desoyendo algún mensaje directo de algún amigo que le dijo que tuviera cuidao, el director se lanzó a la vorágine.

No era la primera vez. Hace unos meses, se puso a soltar chorradas con la etiqueta de #nomejodasfacts, inundándonos la pantalla a sus 50.000 seguidores de una forma bastante puñetera, porque no podíamos ni leer el resto de tweets. Cuando le pedimos que parase, incluso bajo amenaza de unfollow, se limitó a retwitear nuestros lamentos y a seguir con lo suyo.

En aquel momento no cumplí mi amenaza y continué siguiéndole, pero lo del otro día fue demasiado para mí. Tengo una tolerancia muy baja a la vergüenza ajena, y la forma de hacer el ridículo del señor Vigalondo me pareció... eso, demasiado.

A ver, si un humorista suelta un chiste de mal gusto en mitad de una actuación, sus fans se reirán, comprendiendo que es sólo un chiste sobre un tema espinoso. Chistes macabros ha habido toda la vida, ¿o acaso alguien no se sabe alguno (algunas docenas) de mariquitas, de negros, de muertos, machistas, sobre ETA, sobre el 11-S...? Hay una cierta corriente ideológica que, disfrazada de respeto al prójimo, los ha condenado al ostracismo como si fueran el peor de los pecados contra el mundo. Aproximadamente la misma corriente que prohibe fumar pero no el tabaco. Pero esos chistes siguen existiendo, y, en el fondo de nuestra oscura alma, nos siguen haciendo gracia. A Vigalondo no le han faltado apoyos de amiguetes y colegas, que, después de la que se ha montado en la red, se han volcado a defenderle, como si le hiciese falta... Amiguetes y colegas que entendieron el primer chiste y a los que todo lo que sucedió después, aparenetmente, les da igual.

Volvamos al humorista. Sus no fans, los que no le conocen bien o están ahí por casualidad, no entenderán el chiste. Es probable que se sientan ofendidos y hagan algún comentario despectivo o abucheen al cómico, lo suficientemente alto como para que este lo oiga. Otros, directamente, se irán de la sala. Bien, en esa tesitura, ¿qué hace el cómico?

Desde luego, si lo que quiere es continuar su actuación con éxito, no sigue por el mismo camino. Prueba con otro tipo de chistes, cambia de tema, reconduce el asunto. Desde luego, no suelta otra retahíla de gracietas del mismo calibre y, desde luego, no llama gilipollas a los espectadores que le han increpado. Se ve que al señor le sobran seguidores. Si lo hace, sólo se me ocurre una razón: por supuesto, sus fans, y de rebote, el resto del universo, le dan igual. Y quiere que se hable de él a toda costa. Pues le ha salido bien. Desde el día de autos, ha hinchado su cuenta de seguidores en casi 5.000 personas que supondrán que se dedica a liarla todos los días. Igual tienen que esperar un par de semanas.

¿Soy yo uno de esos espectadores ofendidos que se lían a insultar al humorista u abandonan el local escandalizados? No. ¿Me parece Nacho Vigalondo un antisemita o un revisionista? No. No he abandonado el twitter de Vigalondo por racista, sino por ególatra, arrogante, sobrao y pesado. ¿Por qué?

Porque tras soltar la tontería del holocausto, que no fue más que eso, una tontería, recibió una sonora pita de la afición, y, por qué no admitirlo, también alguna palmadita en la espalda. Y claro, con tanta atención, se envalentonó. Y dejó de ser un humorista más o menos gracioso para convertirse en un tocapelotas. Spielberg, Ana Frank... hasta probó con Kennedy, pero en este mundo, Kennedy ya no le importa a nadie excepto a Oliver Stone, y, desde que se hizo amigo de Fidel Castro, puede que ni a él. Como la vía irlandesa falló, siguió con la judía, que provocaba más. Otra cosa que no aguanto del personal: la provocación. No me van los artistas que necesitan montar el numerito para que les hagan caso, y menos si lo hacen de forma hiriente. Aunque, ¿hay otra forma de provocar? En fin, el autor publicó en su blog un par de días después su versión del asunto. Lamentablemente, se limitó a justificarse. Todo muy correcto, con enlaces a blogs, a webs, con frases sobre la libertad de expresión y todo lo que ya nos sabemos. Pero ni rastro de examen de conciencia.

El pueblo ha reaccionado de muchas formas. Hay muchos que se han saltado la reflexión sobre el asunto y se han lanzado a insultarle directamente como si fuera el mismísimo Hitler. Incluso hay un tipejo/a que, directamente, le ha amenazado públicamente. Está todo en Twitter, yo no me invento nada. Se han oído comentarios sobre el regreso de la censura, sobre la mierda de país en la que vivimos, porque cosas como estas sólo pasan en España, (¿verdad, Ricky Gervais?), y alguno que otro se ha apresurado a apoyarle aludiendo a lo estúpida que es la sociedad en la que vivimos, que no entiende los chistes, en un tono que apesta a sinopiensaslomismoqueyoeresgilipollas. Naturalmente, también hay gente un poco moderada que ha intentado quitarle hierro al tema. A mí, en concreto, me gustaría resumirlo más rápidamente que todo eso: si bastantes personas a la vez te dicen que estás haciendo algo mal... deja de hacerlo. Por muy encantado de conocerte que estés.

Siempre se podrá decir que lo hizo porque se lo pidió el cuerpo, porque le dio la gana y punto, y no para agradar o desagradar a nadie. Pero lo hizo en Twitter, no en su casa ni en su círculo de íntimos, y cuando uno hace algo delante de tanta gente, y gente en su mayoría desconocida, incluso si esa gente le trae sin cuidado, debe tener cuidadín, que las carga el diablo.

¿Y El País? Puede haber sido el gran perjudicado del asunto. Porque, al final, a Nacho Vigalondo todo esto le da exactamente lo mismo. Acaba de terminar peli nueva, así que, ¡venga publicidad! Echándole (bueno, o casi), el periódico ha cometido el error de dejar claro que lo único que le importa es vender. También ha puesto de manifiesto que su supuesto papel de adalid de las libertades y del progreso no es más que palabrería. Oh, sorpresa. La etiqueta #humorelpais circula por Twitter con chistes sin la más mínima gracia (como los que nos ocupan) como crítica al diario. Haciendo caso a análisis superficiales, como en los mejores días de La razón o Público, este ha huido del escándalo como de la peste y ha dejado de publicar el blog del director, el cual, por cierto, en su último post, pedía por fin disculpas. Hubieras empezado por ahí, Nacho...