¿Hola, hay alguien al otro lado?
Un día está uno inmerso en su rutina diaria cuando suena el teléfono: "Oye, que tengo un par de entradas para ver al Estu, ¿te animas?". Y ahí lo tenemos: una simple llamadita te cambia completamente las perspectivas, en este caso de forma trivial y para bien, pero te las cambia.
Ay, el Teléfono, ese invento. Se dice que lo inventó Graham Bell y que lo hizo por casualidad, cuando intentaba inventar un aparato para que los sordomudos pudieran comunicarse. Pero también se dice que el italiano Antonio Meucci lo había creado varios años antes que Bell y que lo único que éste hizo fue patentarlo y quedarse con la pasta (notitas culturales de El espectador).
Se dice que a los tíos no nos gusta hablar por teléfono, que es un aparato "de chicas". En mi caso es cierto, y de hecho, las conversaciones más largas que han figurado jamás en mi factura telefónica han sido con mujeres, pero supongo que el que habla, habla, con teléfono o sin necesidad de él.
Se dice que puede dar mal rollo, que suele coger desprevenido y ocasionar sobresaltos, que en cierta Casa hay uno de color rojo que mejor que no suene, y que en cualquier casa es mejor que no suene a ciertas horas de la noche, porque no suele traer noticias agradables.
Se dice que con él se inician y finiquitan todo tipo de relaciones comerciales, sociales, amistosas y sexuales. Que a veces suena por error ("no, no es aquí") y que, en cambio, cuando esperamos ansiosamente su sonido, se alía con Murphy y permanece mudo.
Se dice que su presencia en el cine (en las películas, quiero decir, no en el anuncio de antes de "por favor, apaguen el móvil") suele ser seguido impepinablemente de la amenaza y la muerte: Scream, Escalofrío en la noche, Crimen perfecto, Última llamada, Llamada perdida... Y que también puede ser un buen arma con la que atizar en la cabeza al asesino de turno.
Y se dice que, como ocurre con casi todos los aparatitos inventados con la mejor de las intenciones por una mente preclara, nos hemos convertido en esclavos del puñetero aparatito, y al episodio 43 de este sainete me remito. Es cada vez más complicado encontrar por la calle a alguien que, en un momento dado, no eche mano al bolsillo y se lleve el celular a la oreja. Muy atrás quedan aquellos tiempos en que uno podía estar tranquilamente incomunicado e ilocalizable. Vamos, hace unos diez años. Ahora nos dice el tiempo, la hora, los resultados del fútbol, la lista de los reyes godos... y hasta sirve llamar.
Disfrutemos, pues, de él, pero con moderación, que nunca se sabe quién puede estar al otro lado... Por cierto, estoy pensando en cambiar de móvil...
I wanna tell you what's been goin' on
Operator give me Trans Atlantic
I sit alone as the night goes by
Stare at the phone and wait for your reply.
Sheena Easton. Telephone.