Viendo que estamos a 30 de noviembre y llevo una cantidad francamente vergonzosa de entradas este mes, me he animado a producir un episodio especial para salvar un poco las apariencias. Ya veis, amig@s, la sinceridad es contraproducente, te hace quedar mal.
El caso es que, como tod@s sabréis, a no ser que hayáis pasado la última semana en un iglú en Laponia, ayer se jugó el Barça-Madrid, y por un partido que dura un par de horas, los medios se han tirado una semana dando la barrila sin parar sobre el "clásico". Y nos esperaría otra semana similar si no hubiera sucedido algo que ensombrece los análisis y las consecuencias de tamaño evento, como el horroroso caso de la niña de Tenerife. De este caso se hablará mucho esta semana, con detalles de todo tipo sobre víctima, familia, culplable que no lo es, etc. Después, vaticino sin esforzarme demasiado, se irá olvidando.
Todo pasa y todo queda, decía Serrat. Los cementerios están llenos de gente que se creía impmrescindible, decía una amiga el otro día. Nada es eterno, nada parece importar. Esto es así. El partido del siglo lo es durante una semana, como lo fueron todos los anteriores, y como lo fueron las bodas del siglo y los acontecimientos del siglo, que incluyen guerras, asesinatos y todo tipo de barbaries. Las noticias se desgastan más deprisa que la tiza en un colegio, los periodistas las preparan en menos tiempo del que tarda en imprimirse un folio y los ciudadanos las consumimos con mayor voracidad que una hamburguesa en un local de comida rápida.
Y así, claro, las hamburguesas pierden el sabor, las impresiones pierden calidad y las noticias pierden importancia. Da igual quién ha muerto, quién ha matado, quién es feliz, quién ha ganado o perdido, porque todo eso ya ha pasado, y sólo importa lo que vendrá después. Y todo eso mientras, desde los propios medios, todas esas personas que se encuentran en el candelabro momentáneo subrayan que lo importante es vivir el momento, respuesta muy común entre los famosetes a la pregunta de por qué tienen el cutis tan terso.
Puede que sea una más de mis películas mentales, pero no me gusta la sensación de que todo tiene una fecha de caducidad tan corta. Que el tiempo pasa deprisa, sobre todo cuando uno se divierte, ya lo sabíamos, pero eso no obliga a quemar los puentes a nuestra espalda tan rápido como lo hacemos en la sociedad actual. Tampoco es que sea partidario de abandonar las ciudades y volver a vivir de la tierra así en masa, pero me parece que debemos encontrar nuestro ritmo, y que aquellas instituciones que gobiernan nuestras vidas, y, no nos engañemos, los medios de comunicación son una de ellas, deben contribuir en lugar de hacérnoslo más difícil. A no ser que les dé igual quedarse un día sin clientes. Y puede que ese sea el problema.
¿Qué optimista, no? Pues no os preocupéis, porque ya pasó.
These days - there ain't a ladder on the streets,
These days - are fast, nothing lasts
There ain't no time to waste
There ain't anybody left to take the blame,
There ain't anybody left but us these days.
Bon Jovi. These days.